26: "¿𝑷𝒐𝒅𝒆𝒎𝒐𝒔 𝑯𝒂𝒃𝒍𝒂𝒓?"

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Todo en la habitación se había colmado del calor que emanaban sus cuerpo mediante la fricción de sus pieles al reencontrarse. El hombre no podía detener el movimiento de sus manos por su delicado cuerpo, pero a la vez deseando tomarla con prisa, adueñarse de todos y cada uno de sus sentidos.

-¿Estás segura, mi amor? -Preguntó ansioso por asegurarse de que, no estaba cometiendo el peor de los errores al dejarse llevar por aquella incesante atracción que lo fundía contra ella.

Victoria asintió con los ojos cerrados, embriagada con la firmeza de sus caricias, su devoción era tan espontánea.

-Nno, no te detengas... -Meció la cabeza y sus labios se entreabieron cuando Esteban decidió perder sus labios allí en la fina curva de su cuello y mentón.

-Me vuelves loco, Victoria... -Habló ronco al ver cómo ella se tomaba uno de sus labios con sus dientes tratando de detener ese frenesí de sentimientos indecorosos e incesantes.

El deseo en ella era tan evidente, que le hacía perder toda razón, decidió sin poder evitar detallar cada expresión en su rostro. Se apresuró a obedecer sus órdenes y recorrió la piel de su espalda cuando sumergió sus manos allí y la cubrió con su cuerpo.

-¿Es lo que deseas? ¿Así, aquí y ahora? -Le preguntó con la voz morbosa de curiosidad y otro tanto de ansiedad.

Victoria se estremeció al oír demasiado grave su voz y sonrió al hallar el deseo que se inventaba en su mirada, una vez se decidió a enfrentarle, era tan temprano para sentir con tanta fluorescencia, sentía que estaba a punto de consumirse.

-Si... -Corraspeó con la voz repleta de ese deseo ardoroso, abandonando esa sonrisa cuando él le miró como si la fuera a devorar. Su piel se había encendido por completo de solo recibir esa mirada, rápidamente todos sus sentidos se pusieron alerta, así era con él, simple y sencillamente imparable.

-Pues, tus deseos son mis órdenes, mi amor... -Comenzó aquel sendero de besos, que comenzó en la afabilidad de sus labios entre abiertos y prosiguió por sus hombros, explorando cada espacio a su alcance, deleitándose del incendio en su piel.

-Mi amor... -Repitió en un murmullo sometiendo uno de sus labios entre sus dientes, mientras unos inquietos labios recorrían un sendero claro por sus brazos y una extraña sensación le recorrió electricamente todo el cuerpo al sentirle besar la punta de sus dedos. -Oh eres un peligro San Román... -Susurró ella ante esa sutil caricia que podía sentirse tan ardiente a la vez. La temperatura corporal aumentaba a cada instante un poco más en esa habitación que apenas comenzaban a compartir.

-Victoria, me encanta lo bien que le sientan los colores claros a tu piel... -Correspondió al dulce sonido de su voz, que se despidió como un gemido, mientras removía la seda blanco perla de su pijama entre sus caricias firmes y dedicadas.

La lisura fina de su ropa de dormir se pegó contra su piel, cuando él tomó un pezón entre sus labios, transparentando y revelando el color de su sensible pezón, se sonrió cuando la oyó gemir, era tan dulce y perceptiva a él. Le enloquecía el modo en el que todo en ella le correspondía con ardor.

Bajó el espaguetti que sostenía la prenda sobre su hombro y prosiguió con el sendero de besos, cautivado por el delicioso aroma que se encargaba de difundir, y que junto al sonido de su voz, eran su más grande afrodisíaco.

Esteban estaba muy a gusto de, luego de tanto esperar, volver a tenerla entre sus brazos y poder sentir su calor, disfrutar de poseer su deseo, como antes. La había echado tanto de menos, su ternura, sus caricias que le picaban en todas partes por horas, sus calurosos gemidos que albergaba celosamente en su memoria.

𝑨𝒑𝒓𝒆𝒏𝒅𝒊𝒛⊰ [ParejaTekila]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora