16: "𝑷𝒖𝒏𝒕𝒐 𝒅𝒆 𝒗𝒊𝒔𝒕𝒂"

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Una vez la puerta fue abierta, Esteban le cedió el paso, y ella ingresó con una sonrisa involuntaria.

Varios pasos dentro, y Victoria notó como el aire se recargaba nuevamente de esa extraña y característica energía, como si de magia se tratara, respiró el suave aroma a vainilla y suspiró como si el alivio de sentirse en casa la hubiera recorrido, no era el lugar, era él, era su compañía.

Victoria se quedó muy quieta algunos pasos adelante, cuando se oyó la puerta cerrarse en su espalda, divisó un mueble en donde dejar las flores que los acompañaban y pronto sintió como ese cuerpo fornido la amuraba contra su pecho, arrollándola con todo ímpetu.

—Oiga, que guapa se ve esta mañana, no deseo apartar mis ojos de usted un solo instante... —Susurró mientras posaba sus labios sobre sus hombros, luego de haberlos descubierto del abrigo, ansioso de sacarle ese vestido con sus propias manos.

—Siempre que me arreglo, tenga por seguro que lo hago pensando en usted y solo en usted... —Murmuró sintiendo como él removía su cabello rebelde. Ella ronroneó cuando él volvió a arremeter su protuberancia contra sus muslos.

—Sienta todo el gusto que me dan sus palabras y lo que me enloquece imaginarla pensando en mi, a todas horas, a cada instante, como yo lo hago en usted... —Hablaba mientras la instaba a caminar sin siquiera apartarse de su agarre. Ella se dejó guiar cediendo toda la voluntad mientras saboreaba lo que generaban sus palabras en su cuerpo.

Esteban buscó su mirada, tan pronto como estuvieron frente a un gran espejo que adornaba una de las paredes. Detras de ellos, se podía ver el reflejo de la cama acaparando toda la atención de la espaciosa habitación.

Victoria no había reparado en nada a su alrededor, hasta que él la detuvo frente a su reflejo, mas solo supo perderse en la obscuridad de los ojos de ese hombre, quien le hizo notar la presencia de la silla que estaba frente a ella.

Casi que sin tocarla, Esteban estiró uno de sus grandes brazos junto a ella, para cambiar la posición de la silla. Victoria observaba sus acciones por el reflejo del amplio espejo que los tomaba de cuerpo entero. Esteban entrelazó sus dedos sobre su mano derecha, la dirigió hacia el respaldo y ella obedeció la silenciosa orden, aferrándose allí.

Él sonrió notando lo ambiguo en ella y tomó aquello como incentivo para proseguir, con toda libertad. Se estuvo frente a su rostro cuando ese mar verde lo inundó con gran ansiedad, y comenzó un camino de besos desde su frente, hacia su mejilla. Se detuvo cuando juntó su nariz con la suya hasta que sus labios estuvieron encimados y los succionó con bruma. Aunque hubiera querido unirse a su cuerpo en el mismo instante en el que la divisó en esa prenda, decidió que mejor era aprovechar el momento para enseñarle lo que le hacía sentir con su presencia y que no se atrevía a admitir en palabras.

Victoria hizo el impulso de abandonar la orden que le dio a su mano derecha, pero él no se lo permitió, reafirmando el agarre en su mano sobre la de ella y el mueble, con presión, embriagándola con sus muestras de firmeza.

—Obedezca... —Ronroneó contra su oído y descendió por detrás de su oreja, hacia el largo de su cuello con sus besos húmedos, más debajo por su clavícula, persiguiendo el borde de su escote y ganándose algunos gemidos de sus labios finos.

—La vista aquí me seduce tanto ¿no se lo había dicho? —Murmuró contra su piel, no esperando una respuesta y ella sonrió sin poder evitarlo. —¿Está lista? —Musitó con ese tono de voz que le escandalizaba las mariposas en el estómago.

—Siempre. —Sonrió al notar como se alertaba toda por allí, en donde el proseguía respirando, seduciendo su piel, ascendiendo nuevamente por su cuello. Cuando se estuvo contra su mentón, sin poder evitar la necesidad que la invadió repentinamente, le tomó de la nuca para reclamar sus inigualables besos.

𝑨𝒑𝒓𝒆𝒏𝒅𝒊𝒛⊰ [ParejaTekila]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora