12: "𝑯𝒖𝒚𝒂𝒎𝒐𝒔 𝒋𝒖𝒏𝒕𝒐𝒔"

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Salomé Quiñones San Román se llamaba su prima

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Salomé Quiñones San Román se llamaba su prima. La arquitecta más guapa y exitosa de México, le llamó su primo alguna vez. Aquella era una mujer alegre, libre, independiente y totalmente extrovertida, e iba por el mundo cautivando la atención con su constante buen ánimo, su predisposición para todo y con su atractivo complementaba toda su esencia. Era exótica e inigualable con esa mirada aguamarina, su sonrisa compradora, sus largas piernas, sus labios rellenos que siempre llevaba en colores oscuros y fuertes, sus cabellos rubios y su dulce perfume francés, era el sueño de cualquier hombre, decidió Esteban una vez se apartó del abrazo. Aún no entendía como ninguno había enloquecido por ella. Era totalmente encantadora, desde siempre y además de una gran amiga y prima, significaba mucho más para él quien siempre tenía los brazos abiertos para apoyarla y acompañarla todas las veces que lo necesitara, como lo haría con la hermana que no tenía.

—Bueno tía, muero por saber las novedades. —Dijo frenética de ansiedad, mientras se dirigía con ellos al comedor para desayunar.

—¡Esteban está enamorado! —Desprendió la tía Carmela y Salomé miró a Esteban con la boca exageradamente abierta.

—¡Tía! —Exclamó el hombre con reproche y su tía se tapó los labios con pena, aunque sin perder la sonrisa.

—¿Qué dices tía? ¡No me habías dicho nada cuando hablamos la semana pasada! Debes contármelo todo Esteban, ¿quién es ella? —Preguntó intrigada al instante, mientras iba colgada del brazo del hombre en cuestión.

—Es lo que todos queremos saber, hija. —Prosiguió la tía Carmelita ganándose una expresión de sorpresa de Esteban.

—¡Bueno, tía por favor! —Se defendió ganándose la risa de ambas mujeres.

—Oh mi Dios, ¿quién es ella? —Gimió la muchacha al ver como su primo la protegía instantáneamente y Esteban carcajeó ante su notorio entusiasmo.

—¿Por qué mejor no me dices, tu primero, de que se trata esta visita intempestiva? Al menos me hubieras avisado para que te preparen una habitación. —Salomé alzó las cejas ante sus palabras torpes.

—¡Ya estoy aquí! ¿A quién le importa? ¡Esteban San Román está enamorado! ¡Tengo que saber quién es la mártir! —Exclamó sentándose junto a él en la gran mesa del comedor. Esteban no se acostumbraría jamás a su avasallante energía.

—Ya sabes lo justo y lo necesario. Ahora dime porque estás aquí. —Repuntó con severidad, aunque sin poder perder su expresión de humor. Salomé resopló muy graciosamente.

—Ay primo, ni quien te aguante. Dile a la mujercita esa, que dije yo, que va a tener que remar en lodo contigo y ese humor que te cargas... —Admitió con una sonrisa pícara.

𝑨𝒑𝒓𝒆𝒏𝒅𝒊𝒛⊰ [ParejaTekila]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora