19: "𝑽𝒊𝒗𝒊𝒓 𝑺𝒐𝒏̃𝒂𝒏𝒅𝒐"

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Esteban observó de reojo, como sus hijos se adentraban detrás de él en su compañía y luego de que descansó un suave beso en la mejilla de Victoria, ellos le saludaron como si ella estuviera despierta, de hecho había sido una indicación. A Victoria recibía un estímulo constante de parte de todos, él inclusive, había aprendido como masajear sus músculos para que no perdieran su elasticidad. Había sido muy interesante, él había disfrutado muchísimo de la idea de poder ayudar en sus tratamientos.

-Hola Victoria... -Susurró la niña güera, una vez estuvo cerca de aquella hermosa mujer, tomó su delicada y pequeña mano, y acarició el anillo que su padre le había puesto uno de los tantos días que había pasado con ella.

Ese precioso anillo en el que reinaba una perla muy bonita, representaba tantas promesas que Estrella admiraba. Trazó la suavidad de su piel y el amable en sus rasgos con la mirada, y sintió grandes deseos de echarse a llorar. Aquello le parecía una tragedia de las que solo se leía en un libro de Shakespeare, pensó.

-Hola... -Susurró Hector a la par de su hermana, mientras se mantenía muy herguido.

Ellos se dirigían de modo tal que parecía sentir temor a despertarla. Se veía preciosa, pensó el joven mientras la recorría con detenida atención, descubriendo algo nuevo en su belleza, imaginando los secretos que escondía en su personalidad inexistente, su cabello oscuro que yacía oculto detrás de sus hombros y, sin poder evitarlo, se preguntó si el color de su mirada sería tan dulce como todo en su aspecto. La intriga carcomía a ese par de jovencitos y con cada visita, crecía un poco más.

-Deberían de hablarle más alto, ella les puede oír. -Confirmó Esteban con una sonrisa de incentivo.

Era la tercera vez que sus hijos estaban allí y aunque había sido insistencia de Estrella el pasar cierto tiempo con, quien parecía ser irremediablemente, la mujer que tomaba todos los pensamientos de su padre, a este último le costaba creer que sus hijos tuvieran tanta empatía para con la situación que les tocaba transitar.

-¿Ya haz hablado con Victoria sobre su anillo de compromiso, papi? -Preguntó la jovencita dando una suave caricia sobre la mano de la misma.

Esteban asintió como respuesta, sin poder evitar que aquel instante le arrollara la memoria. Ese era uno de los tantos recuerdos junto a ella, que guardaba en su corazón, celosamente.

Flash

Era lunes por la tarde, el sol estaba a punto de ponerse, la claridad se apagaba más temprano por aquellos días debido a la llegada del frío invierno. El viento le removió los cabellos, cuando caminaba por una transitada calle de la Ciudad de México. Se acercaba la culminación del año y aunque no estaba de ánimos para festejos, Esteban no podía dejar de pensar que hubiera sucedido si todo hubiera seguido su curso sin el trágico final.

¿Cuál sería su destino en esas épocas, si Victoria estuviese a su lado? ¿Hubieran podido aclarar la situación en sus vidas? ¿O Enrique seguiría en ese lugar que él sentía que le pertenecía, sepultándolo a la sombra de la mujer que amaba? Bufó como un pequeño caprichoso ante esas estúpidas preguntas, ¿Si se hubiesen casado ya?, consultó inevitablemente con el destino, y se encontró de pie frente a una gran joyería, ¿Hubieran logrado ser felices juntos? Fue la última pregunta que se hizo con nostalgia.

Por supuesto que sí lo hubieran sido, cualquiera sería felíz con una mujer como Victoria a su lado, decidió. A veces detestaba el modo en el que perdía su tiempo imaginando lo que podría haber sido, se hacía daño atrayendo suposiciones.

Alzó la vista hacia el inminente espacio que abarcaba la gran joyería de renombre y la mente se le iluminó con aquella idea. Esteban sabía que jamás podría saber que es lo que hubiese sucedido, pero tenía el poder para marcar el porvenir. Entusiasmado, ingresó en el lugar, hallándose recibido por una sonrisa elaborada que le regaló una muchacha de cabello rojizo y los ojos tan oscuros como el café.

𝑨𝒑𝒓𝒆𝒏𝒅𝒊𝒛⊰ [ParejaTekila]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora