37: "𝑪𝒊𝒏𝒊𝒔𝒎𝒐 𝒚 𝒂𝒍𝒈𝒖𝒏𝒂𝒔 𝒑𝒓𝒆𝒈𝒖𝒏𝒕𝒂𝒔"

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Ya habían pasado unas semanas desde ese pequeño incidente entre ambos.

Enrique parecía haber decidido darles un respiro, que Esteban no sabía si era un alivio o una complicación más para la policía, quienes esperaban pacientemente que diera un solo paso en falso para encontrar su paradero.

Era el cumpleaños número treinta y nueve de Esteban San Román, a quien le festejaban esa noche con toda su familia. Estaba su tía, con su amiguita de sociedad que le caía al hígado a Victoria, ¿Su nombre? Por supuesto que a nadie le importaba... 

—Fabiola, por favor cuéntame dónde estuviste metida todo el verano... —Dijo Carmela con una sonrisa amable. Pero la mujer, tenía una expresión sombría y de gran interés en ese par de ojos claros como el mar, interés en Esteban claro estaba. 

—Estuvimos de vacaciones por Sudamérica, nos encanta escapar del calor sofocante de la ciudad... —Habló aquella mujer llena de mundo, repleta de atractivos que tantas inseguridades generaban a Victoria y como toda mujer medianamente joven. 

—Mira nada más, que maravillosa secuencia, ¿y qué lugares visitaron? —preguntó Carmela, genuinamente interesada en el relato de su amiga. Victoria tuvo que contener el suspiro de aburrimiento.

Sabía que por algun extraño motivo, ninguno de los presentes le agradaba absolutamente.

—Ha estado muy de moda el fin del mundo... —Sonrió seductoramente y un sensual hoyuelos se formó en su mejilla izquierda.

Victoria bufó disimuladamente cuando descubrió que, efectivamente, esa sonrisa iba dirigida a Esteban de ese modo tan descarado que le hacía desear arrancarle todos los...

—¿Estuviste en Argentina? Vaya, eso sí que es lejos... —Comentó Carmela no pudiéndose imaginarse tan lejos de casa. 

—Si, estuvimos en Usuhaia, también en Bariloche y pasamos por Uruguay, antes de subir a recorrer la costa atlántica. Aunque debo admitir que hacía muchísimo frío, porque curiosamente elegimos los días más fríos del año para recorrer ¿Verdad mi amor? —Comentó y el hombre junto a ella asintió.

Victoria decidió que ese tipo tenía una mirada demasiado... vulgar. Lo había encontrado observándole el escote en más de una ocasión y no sólo eso, sino que parecía insinuársele en todas sus expresiones. 

—Claro que sí, de eso se trata conocer el mundo, disfrutar de sus más bellos tesoros escondidos, aunque para eso tengamos que irnos hasta el fin del mundo, belleza... —Habló con ese tono de voz que pretendía oirse seductor, pero que Victoria hallaba irritante.

La misma bajó la mirada y sostuvo con fuerza la mano de su esposo. 

Esteban besó el dorso de la mano de su amada, mientras disfrutaban de la música, él no necesitaba oír las extravagantes historias de Fabiola y Bruno, porque si fuera por él ni siquiera los invitaría. Fabiola parecía ofrecida a cada momento que la tenía junto y Bruno, era Bruno siendo el mismo imbécil descarado de siempre, pero podía tolerar la experiencia de su visita, si eso era lo que su amada tía quería.

También podía notar la expresión de desapruebo constante en Victoria, pero ella debía aprender a lidiar con personas tan desagradables como aquellas, porque en su mundo había muchas de ellas. Más ellos no merecían tan siquiera compartir suelo con ella, a sus ojos creía fervientemente, y a los del mundo también, que la señora San Román era demasiada joya para todos.

A su mente llegó el momento en el que Bruno dejaba un beso sobre la mejilla de su esposa, que disque interesado a conocer a la reciente señora de la casa. Esteban se contuvo para no romperle la nariz en ese mismo instante. Su esposa debía aprender a ver lo que podía provocar en alguien más y con un tipo tan obvio como Bruno, era más que ideal para ese puesto. 

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⏰ Última actualización: Jun 28 ⏰

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