11: ¿𝑴𝒆 𝒆𝒙𝒕𝒓𝒂𝒏̃𝒂𝒔𝒕𝒆?

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Victoria se encontraba nuevamente frente al umbral de esa casa, de pie cual guerrera medieval, dispuesta a lo que fuera por su libertad. Ya lo había decidido, no había más que analizar, estaba enamorada de otro hombre y se sentía una perfecta extraña en esa familia. Ahora que la vida había recomenzado a seguir su curso junto con ella, no comprendía muy bien cual era el camino que debía de seguir, todo parecía querer arrollarla cual corriente de río, más esta vez no se dejaría.

Se encontró con los recuerdos de lo que fue prácticamente toda su vida allí, que se presentaban frente a sus ojos como si hubieran sucedido hacía siglos, ¡pero si había plantado esos de tulipanes amarillos hacia cinco meses!, cuando se iba el verano y ella aún sentía que el universo seguía su proceso natural en conjunto con su matrimonio y su edad.
Apoyó sus manos sobre la robusta puerta, sin imaginar todo por lo que aún tenía que pasar allí, sentía deseos de salir huyendo, como todo el último tiempo. Tomó la tela que le cubría el cuello y se preguntó ¿Por qué tenía que seguir soportando las estupideces de Enrique? ¿Por qué no podía presentarle esa cara de su padre a sus hijos sin sentir cargos y culpas? Así ella no tendría que estar ocultándose como una delincuente luego de cometer el peor de los crímenes.

Sin saber con claridad a que es lo que realmente se enfrentaba, se encaminó muy indecisa por el camino que pensaba tomar, ¿qué es lo que haría con sus hijos si se iba de la casa? Antes que mujer, era madre y eso le pesaba, mucho. Podía dejar de ser esposa, podía dejar de ser amante, incluso podía dejar de ser ella misma, pero dudaba poder dejar de lado el ser madre.

—Tengo que ser mujer por primera vez luego de tanto tiempo, tengo que poder ser Victoria primero... —Dijo haciendo un puño en sus manos. La impotencia le llenaba el corazón de dudas. ¿Y si no podía? ¿Y si nada salía como lo imaginaba? ¿Y si sus decisiones repercutían demasiado mal hacia sus hijos?

—¿Se encuentra tu padre? —Preguntó a su hija mayor,una vez pasaba por la sala en donde la halló leyendo un libro, concentrada, sobre el sofá.

La joven alzó la cabeza y la escrutó seguiendo cada uno de los pasos que daba, sintiendo como si hubiera ingresado un huracán de rojo y negro una vez le vio ir hacia un lado y luego hacia el otro con notable inquietud. Esa extraña mujer de aspecto ligero y expresión vivaz no se le parecía a la mujer que le había criado con tanta dedicación, pensó Paula. ¿Qué que sucedía con su madre?

—Claro, ¿quién le busca? —Dijo, con cierto reproche en su voz.

Victoria endureció su mirada como respuesta, y encontró la misma expresión soberbia de su aún esposo, en ella. Se reprochó mil veces el haber permitido que Paula se le escapara de las manos de este modo que parecía irrevocable.

—Tu madre, mucho gusto. —Extendió la mano como si le saludara por primera vez y entre ese debate de miradas, su hija volteó los ojos. Siempre sentía que hablaba con una desconocida, era bueno que su hija lo supiera.

—¡Ay mamá, por favor! —Habló con fastidio y cerró el libro, para hacerse de pie. —¿Qué es lo que sucede contigo? De un tiempo hacía aquí, eres una extraña en esta casa. Te vas por largas horas sin responder los llamados o las preguntas que se te hacen cuando regresas. —Relataba la joven y le dio más molestia notar como su madre se sonreía con sarcasmo. Victoria se sintió como si le estuviera regañando cual adolescente rebelde. "¡Pero si la madre aquí soy yo!" Se recordó la morena presionando los labios com irritación.

—Paula... —Respiró para detener su rabia —He tenido que soportar la impertinencia de tantas personas este último tiempo, como para tener que soportar incluso tu insolencia también, hija por favor... —Le advirtió, hallando que no se sentía tan paciente para soportar la soberbia de la joven en ese día.

𝑨𝒑𝒓𝒆𝒏𝒅𝒊𝒛⊰ [ParejaTekila]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora