35: "𝑳𝒊𝒏𝒅𝒂 𝑷𝒂𝒍𝒐𝒎𝒂"

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La seria mujer atendía con sigilo cada documento firmado por ambos interesados, mientras implementaba su propia firma y sello, como símbolo de acuerdo y compromiso de parte de ambos.

—Los felicito señor y señora San Román, lo que ustedes están haciendo es un acto de solidaridad maravilloso... —Comentó una de las empleadas del Hogar, una vez los encontró esperando que se termine el papeleo, con gran ansiedad por llevarse a Paloma consigo.

—Es un acto de amor, Marcela, y ya te dije que no me llames señora, por favor. —Sonrió Victoria hacia la joven mujer quien aún estudiaba en la universidad y trabajaba de medio tiempo como su secretaria. 

—Tienes razón Victoria, es un gran acto de amor, sobre todo el ofrecerte como madre. —Habló Esteban, besando la mejilla de su amada esposa. 

—Señor San Román, ¿nos puede aclarar un dato aquí, por favor? —Le llamaron desde donde se documentaba la adopción y Esteban se acercó nerviosamente. Podía imaginar el motivo.

—Claro, lo que sea necesario. —Tragó al ver la expresión de confusión de la mujer quien le mostró la planilla. 

—¿Usted es de nacionalidad cubana? —Quiso confirmar la empleada y Victoria se notó sorprendida ante el dato. 

—Eh... sí, sí es correcto. —Musitó y Victoria abrió la boca sorprendida ante ese dato. 

—Disculpe señor. Entonces los datos están correctos. —dijo la mujer con naturalidad y caminó hacia la sala para proseguir con su tarea.

Esteban dudó al voltearse, pero cuando lo hizo se encontró a la joven secretaria con los ojos en el computador quien podía sintir la inminente tensión, y con su esposa muy sorprendida viendo en su dirección, supo que debía enfrentarlo sin más.

—Déjame explicarlo. —Suplicó al ver sus cejas fruncirse. 

—Por supuesto que debes explicarlo, pero eso sucederá luego Esteban. Ahora no es el momento para tocar ese asunto. —Asintió ella, dejando ir un largo suspiro y Esteban se acercó rápidamente junto a ella. 

—Lo siento. —Dijo con la voz baja y ella le miró con seriedad. —Tienes razón, luego hablamos. —Aceptó bajando la mirada. Sabía que se merecía el reproche que venía, por no haber compartido esa información con ella. Estaba molesta. 

Instantes luego, la pequeña Paloma venía de la mano de la profesional que les daría la salida. 

—Ven aquí pequeña princesa. —Le dijo Esteban, animado de volverá encontrarse con ella y la pequeña corrió en dirección a ambos.

—¡Esteban! —dijo la niña al refugiarse en sus grandes brazos. El hombre no tardó en alzarla con su gran altura.

—Muchísimas gracias. —Agradeció Victoria, hacia la mujer que se ocupaba de esa tarea en el hogar y la misma recibió la gratitud con una gran sonrisa.

Siempre era lindo ver a los niños irse con esa felicidad que les provocaba encontrar un hogar y una familia amorosa.

—¿Ya me puedo ir con ustedes? —preguntó la pequeña con entusiasmo y Victoria asintió ante sus palabras. 

—Claro que sí mi amor, ahora eres nuestra hijita y tienes que vivir con nosotros. —Sonrió la morena, ante su tierna emoción infantil.

—¿Porque ya eres mi mamá y Esteban mi papito, verdad? —preguntó intentando asegurar lo que asimilada con su entendimiento de niña y Esteban se emocionó junto a su esposa ante el brillo en sus grandes ojos oscuros.

—Claro que sí pequeña, ahora soy tu padre y tienes a esta maravillosa madre que te va a cuidar y a proteger siempre. —Dijo él llevándola entre sus brazos mientras se encaminaban hacia el auto. 

𝑨𝒑𝒓𝒆𝒏𝒅𝒊𝒛⊰ [ParejaTekila]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora