7: "𝑯𝒂𝒃𝒍𝒆𝒎𝒐𝒔"

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El semblante que traía era diferente, pero ella no lo sabía. Se veía a simple vista, en su rostro, en su mirada, hasta en su piel cuando la brisa le refrescó el rostro y le removió el cabello que bailó al ritmo del impulso que utilizó al caminar con seguridad. Todos a su alrededor le observaron al llegar a casa con ese temple tan salvaje.

Una vez buscó en el comedor, le esperaban para cenar. Enrique le miró, aunque con los ojos hinchados y con los labios muy marcados, se veía luminosa, notó. Interesante, pensó él una vez la veían tomar su lugar en la mesa.
Paula hundió las cejas al igual que su padre, Mariana volteó los ojos decidida a tomar el cubierto al fin y Santiago sonrió ante su semblante, se veía muy bien. Pero ella no lo notó, no le importaba verse diferente, le importaba sentirse diferente, demonios, le importaba descubrir que aún podía sentir tan fuerte y tan bueno.

—Buenas noches. —Musitó tomando su lugar y Santiago le recorrió con la mirada llena de curiosidad. ¿Sería porque últimamente se liberaba más el cabello? Intentó deducir el joven, mientras recibía la mano de su madre y la besaba con galantería. Ella sonrió como siempre y el chico la halló preciosa. Todos hicieron un gran esfuerzo por responder a su saludo.

—Te ves muy bonita hoy. Bueno, siempre. —Dijo el joven con una sonrisa amable y sonrió con dulzura.

—Gracias mi amor. —Respondió presionando su mano y recibiendo el plato que disponían para ella, la verdad era que no tenía apetito. Pero ¿qué importaba? Pensó sonriendo de costado.

—¿Dónde haz estado? —Exigió por lo bajo, una vez la obligó a acercarse a él. Ella le miró con su total seriedad.

—Con Camila. —Respondió con seguridad, era la verdad, "Aunque no del todo", se burló en su interior y tuvo ganas de reír como una tonta, porque sí, se estaba dando el gusto de tomarle pelo. Él asintió una vez se regreso a su lugar y reinició la conversación con su hija mayor.

—¿Ma, te sientes bien? —Preguntó el muchacho una vez todos habían huido de la mesa al terminar de cenar, e intentaba mantener una conversación con su madre. Ella asintió de inmediato.

—Por supuesto. ¿Y tú? —Indagó y él alzó los brazos dándose por vencido. —Siempre puedes responder. —Le desafió y él sonrió imitando el gesto que compartían de alzar la ceja con interés, con desconfianza, o con enojo.

—Pues, no tengo una vida muy interesante ma, pero cuando tenga algo para contarte, te lo diré... —Asintió, dando fe de sus palabras y ella aceptó sin ninguna duda, su muchacho siempre confiaba en ella. No entendía porqué sus hijas no lo hacían del mismo modo que su hermano.

—Te creo, mi amor. —Compartieron una mirada cómplice y él le besó la mejilla.

—Hueles como a perfume de hombre... —Musitó el joven, una vez se estuvo muy cerca de ella. Victoria sintió que aquel instante su cuerpo se paralizó, el pulso se le aceleró tanto que lo oyó en sus oídos, se desafiaron con la mirada lo que pareció una eternidad. —No es cierto ma... —Murmuró dándole calma con su tono de voz lleno de diversión.

—¡Mocoso! —Lo reprendió ella volviendo a respirar. El muchacho se fue, desprendiendo una risa juguetona, dejándola sola con sus pensamientos, aunque llevándose esa verdad. Su madre olía a hombre, pero nadie tenía que saberlo, dedujo el jovencito. Si aquello la hacía feliz ¿Quién era él para juzgarla? Recordó el día en que se supo la traición de su padre, él le había decepcionado profundamente, no quería imaginar cuánto más a su madre quien había sido su fiel compañera durante tanto tiempo, ella tuvo que soportar mil tormentas de parte de ese hombre, jamás lo olvidaría... Por no estar viendo en donde pisaba, se chocó con su hermana Mariana en el pasillo y la misma le miró con violencia.

𝑨𝒑𝒓𝒆𝒏𝒅𝒊𝒛⊰ [ParejaTekila]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora