CAPITULO IX.

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Un vuelo proveniente de la ciudad de Bogotá arribaba en el aeropuerto internacional de Tocumen a las 10:13 de la mañana en la ciudad de Panamá, mejor conocida por ser una capital moderna del país centroamericano y tener como marco al canal artificial más famoso e importante del mundo: el Canal de Panamá, centro sin duda de las importaciones y exportaciones comerciales más importantes del mundo, pero todo esto Beatriz ya lo sabía, para ella esta información era como para Miguel Ángel técnicas de pintura: sencillo y fascinante.

El vuelo había estado relativamente tranquilo, era la primera vez para Beatriz, Armando ya no llevaba la cuenta de cuantos aviones había tomado en su vida, sin embargo esta había sido especial porque fue la primera vez de su Betty, el no estaba acostumbrado a experimentar primeras veces con alguien, porque las personas de las que se rodeaba o estaban en contacto con él eran de la industria o del mismo círculo social, sus primeras veces en viajes, eventos, presentaciones habían sido desde temprana edad y ya no tenían la misma capacidad de asombro que antes, en cambio Beatriz estaba maravillada conociendo y eso a Armando le encantaba. En el vuelo preguntaba todo y no dejo espacio para esa Betty tímida, Armando estaba sorprendido y muy divertido contestando todo lo que ella quería y necesitaba saber, además, no podía dejar de verla; su cabello crespo negro azabache, su piel perfecta que parecía casi terciopelo y, ¡Por Dios! su sonrisa, su sonrisa era lo mejor que le pudo haber pasado, estaba cediendo ante los encantos de Beatriz, ¿Su parte favorita del vuelo? Cuando tuvo que tomarle la mano por la turbulencia que hubo un momento, pudieron quedarse así incluso todo el trayecto pero la sobrecargo llegó con los aperitivos, una terrible actitud hacia Beatriz y un coqueteo descarado con Armando.

-Caballero ¿Algo de beber? - Con una sonrisa coqueta mojando sus labios en lo que ella intentó hacer de una forma sensual.

Armando la miro con rareza - Ehh... un jugo de naranja.

Yo quisiera jugo de mora, por favor -Dijo Betty sonriente mirando el carrito de los aperitivos.

No le he preguntado aún qué quiere usted, estoy atendiendo al caballero -Totalmente arrogante y cero profesional la sobrecargo le contestaba a Beatriz.

Armando sintió que la sangre se le subió a la cabeza cuando escuchó eso, voltea con Beatriz y está estaba con la boca un poco abierta y sorprendida.

-Caballero su jugo de naranja, tenga -Dedicándole una sonrisa coqueta - Y jugo de mora no hay -Dijo de manera tajante- ¿Algo más que ofrecerle caballero? - Postró su mano en el recargo del asiento, Armando se inclinó hacia enfrente y le regresó el jugo.

-Lástima que no hay de mora porque ya no quiero este, no voy a tomar nada -Dijo Armando totalmente enfadado, la sobrecargo cambió de postura.

-Discúlpeme caballero, buscaré si nos queda aún jugo de mora y le sirvo- Intentó hacer una sonrisa.

-No quiero uno, quiero dos -Señalo con sus manos enfadado- Uno para mí, y otro para mi pareja, mi Betty ¿Lo quiere fresco o con hielo?

Betty estaba perpleja, pero... ¿Por qué no? Llevaría el juego que el doctor quería jugar, siempre lo hacían, era parte de su complicidad.

-Fresco por favor - Y le dedico una sonrisa al Doctor y lo tomo de la mano. Armando la miro animado y sonriente y se alegró que Beatriz le siguiera la corriente.

-Ya oyó a mi... novia -Betty se sonrojó y la sobrecargo estaba colérica - Y tráigale primero el jugo a ella y después a mi, ah y otra cosa, a mi Betty me la respeta, cualquier cosa que nos quiera ofrecer primero con ella y después conmigo señorita -Armando la fulminaba con la mirada.

Usted es la mujer que yo necesitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora