CAPITULO XXVII

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El fin de semana llegaba a su fin, pero con ello se acercaba algo que Betty quería que jamas llegara: la hora de cenar con los papás de Armando, sus suegros.

Armando se lo había advertido hace dos noches, y es que él tenia la necesidad de mover las cosas rápido, quería que sus papás entendieran que Beatriz era la única mujer que quería para el resto de su vida, es por eso que ese domingo llego temprano para tomar el desayuno con ellos.

–Hijo, ¡Que delicia tenerte aquí! – Decía Margarita abrazado a su hijo, Don Roberto se acercaba al recibidor de la casa de los Mendoza con una sonrisa genuina.

– Armando, no te desaparezcas tanto hijo, ¡No seas un desgraciado! – Ríe mientras Armando se acerca a abrazarlo.

–Lo se, se los prometo que no será más así, me alegro que estén bien, se ven muy bien.

–Estamos contentos y tranquilos hijo – Decía Don Roberto – Listos para el lanzamiento del viernes, ¿Cómo va todo?

–¿De verdad tenemos que hablar de eso ahora? Ya veremos todo el viernes Roberto, vayamos al jardín mejor, el desayuno ya esta listo.

–Si... –Decía Armando que sentía se le estaban acumulando los nervios en la garganta – Quiero hablar algo con ustedes, algo muy importante... para mí.

Todos se dirigieron al jardín, los padres de Armando sabían por dónde podría ir todo. Ya sentados mientras probaban bocado, Armando decidió comenzar a hablar.

–Bueno... como ya saben lo mío con Marcela termino, y mamá... por favor, te lo pido, quiero que entiendas de una vez por todas que yo no pienso volver con ella y créeme, ella tampoco quiere estar conmigo, lo nuestro termino mucho antes de que se los dijéramos aquel día en la junta, te lo pido por favor – Decir Armando un poco desesperado.

–Armando, sé lo que paso entre tu y Marcela, hace unas noches vino y me contó cosas que pasaron... – Decía Margarita mientras bebía su café, Don Roberto solo miraba tranquilo la escena.

– Y... ¿Exactamente que te contó? – Preguntaba Armando desconfiado mientras cruzaba sus brazos.

– Hijo tranquilo, me hablo de ella y sus cosas, es cierto, me contó que, efectivamente como tú lo dices, las cosas entre ustedes ya habían terminado hace tiempo y que bueno... ella conoció a alguien más y que lo arruino, ¿Tú conoces a este muchacho, Armando?

– Margarita, no creo que sea buen momento para meter a Marcela y sus temas aquí, Armando vino para hablar con nosotros, y creo que debemos de escucharlo, nuestro hijo no recurre mucho a nosotros cuando se tratan de sus cosas, de sus problemas... hijo continua.

Margarita miro a sus hijo, se levanto un poco y le dejo un beso en la mejilla –Perdona hijo, continua por favor.

Armando sintió un regreso a su adolescencia con ese gesto de su madre y el comentario tan acertado de su padre.

–Gracias – Armando se acomodo en su asiento – Pues si mamá, papá , lo mío con Marcela es historia ya muy pasada, quizás no terminamos de la mejor manera pero tampoco somos enemigos, y si, tengo que hablar con ella, al final del día y lo he dicho, somos casi familia, pero bueno, quizás sea un egoísta por decir esto pero... ¡Estoy tan feliz! Perdón, pero es la verdad, hace tanto, pero tanto tiempo no soy feliz, me siento libre, me siento un hombre que termino de madurar, que le gusta su trabajo, que, créeme papá, estoy haciendo hasta lo imposible para que Ecomoda – Armando se quedo un poco trabado, estaba a punto de decirle a su papá que Ecomoda se iba recuperando poco a poco del desastre de su administración, pero ahora no esta listo para hacerlo, pero tenia que hacerlo pronto antes de que pudiera pasar algo y su padre se enterara por otras bocas, se acomodo de nuevo en su asiento y cambio sus palabras – para que Ecomoda... sea lo que siempre ha sido, una de las mejores empresas de su giro dentro de todo el país, y, ¿Por qué no? De Latinoamérica, tengo muchos planes papá... tenemos muchos planes.

Usted es la mujer que yo necesitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora