CAPITULO III.

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-Doña Catalina ¡Esto está delicioso! Nunca había comido algo así, gracias por la invitación.

-No hay nada que agradecer Betty, me alegro que le guste -dice Cata, la mira con una sonrisa sincera y se siente feliz por Betty, quería hacer un cambio por ella.

Sentadas las dos, frente a frente, degustando sus platillos y teniendo una charla informal con Catalina Angel, una de las relacionistas públicas más reconocidas de Colombia, Betty se sentía feliz, sentía en ella, a poco tiempo de conocerla, que podría tener una confidente, claro tenía a su cuartel, amigas que nunca imagino tener, totalmente distintas a ella, pero con Catalina sentía una conexión especial, ¡Esa señora tan elegante y selecta es su amiga! No lo podía creer, su vida estaba cambiando, y cambiaría aún más bajo los planes que Catalina tenía en mente para ella.

-Betty, mire, yo le voy a ser muy franca -Betty comenzó a sentirse nerviosa, no sabía que le diría Catalina, pero, algo le decía que tenía que ver con su imagen- Yo creo que usted puede lograr muchas cosas, pero, ¿Sabe algo? No quiero que se ofenda por lo que voy a decirle, pero, usted necesita un cambio de imagen. Mire, yo se como la tratan en Ecomoda, y se que es por su apariencia, cosa que repruebo completamente, porque déjeme decirle que usted es una persona maravillosa, los que estamos cerca de usted lo sabemos, su jefe lo sabe, él siempre habla muy bien de usted, de la mano de derecha que es para él -Betty con eso último sintió que se le salía el corazón- pero a veces la inteligencia y la bondad en las personas no son suficiente Betty, la belleza física no es lo más importante, pero si el amor propio, que usted intente cambiar su imagen habla de cuanto amor se tiene por usted, las renovaciones y los cambios son buenos, el querer vernos mejor y sentirnos bonitas es algo que es parte de nuestro autoestima, y yo en este poco tiempo la he conocido Betty, necesita confianza en si misma, pero inmediato, y yo estaría encantada en ayudarla.

Betty no lo podía creer, quería llorar, quería llorar de alegría, nunca nadie le había hablado con tanta sinceridad pero con bondad, con realmente buenas intenciones, y no podía creer todo lo que en estos días le estaba pasando, sentía que su vida por fin estaba cambiando y tenía muy en cuenta que ya no se dejaría más, no más humillaciones de parte de desconocidos y tampoco de ella misma. Ella aceptaría, sabía que Doña Catalina se lo decía y ofrecía de todo corazón.

-Doña Catalina, -Betty comienza a llorar de felicidad y de una forma tranquila- Yo acepto todo lo que me dice, tiene la razón, estoy cansada de las burlas, de sentirme mal al verme al espejo, quiero cambiar, quiero ser otra Betty, de verdad, digo si a todo lo que me propone Doña Catalina, quizás yo no he cambiado por temor o porque sinceramente no sabría por donde comenzar -Betty ríe y Catalina la mira feliz y sonriente- pero se que no podría estar en mejores manos que las suyas.

Catalina la toma de la mano y sonriente le dice - Gracias por la confianza Betty, le aseguró que no se va a arrepentir, ya verá, véalo como el nuevo inicio de su vida.

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-Entonces Betty, los vuelos deben de quedar para el lunes de la próxima semana, ya es miércoles y debemos tener todo listo, ¿ya reservo el hotel?.. Betty... Betty... ¡BETTY! - Betty pego un brinco en su silla, no escucho nada de lo que don Armando le decía, estaba pensando en todo lo que pasaría cuando Catalina pasara por ella a la hora de salida, ya había avisado a su casa que llegaría un poco tarde, y como sabía que ella estaría acompañada de una mujer Don Hermes no puso resistencia.

-Perdón doctor, eh... si.

-¿Sí que Betty? - Preguntaba Armando curioso.

-Si a lo que me dijo doctor - Decía Betty nerviosa.

Usted es la mujer que yo necesitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora