CAPITULO XXIII

1.9K 151 188
                                    


-¡Julia! ¿Ese no era el carro del Doctor Mendoza?, ¡se volvieron a ir! ¡Betty se voló con ese doctor!, ¡¿cuántas veces le he dicho que el diablo es puerco?!

-Muchas Hermes, ¡Muchas! Mire, la niña acuérdese que dijo que tenían que cerrar unos negocios esta noche, quizá tuvieron que ir por...

El teléfono de la casa de los Pinzón-Solano comenzó a sonar, Doña Julia se levantó de su cama para contestar el teléfono pero Hermes ya se había adelantado, así que muy apurado contesto.

-¿Álo?.. ahhh Betty, ¿Se puede saber donde anda ah?... mmm... ¿Y a que hora piensa regresar la señorita?... ¿QUÉ? ¿Como de que no sabe?, le recuerdo Beatriz Aurora que esta es una casa decente, ¡Que se llega temprano!... mire señ... Doctor buenas noches -Julia se sorprendió, Don Armando estaba hablando con su esposo- yo se doctor que usted es una persona muy respetable... bueno... pero mucho cuidado doctor... MUCHO CUIDADO, no se le olvide, el diablo es puerco -Hermes terminó la llamada.

-Mijo, ¿Habló con el jefe de la niña?

-Si Julia, dijo que el personalmente traía a Betty sana y salva, pero que tenían que regresar con los inversionistas, que ellos salían del país y no regresaban en meses y si no quedaba todo aclarado ya no podrían cerrar ese negocio.

-Ya ve Hermes no se preocupe, la niña seguro llega pronto, hay que descansar ya.

-Yo veré Julia... yo veré.

.
.
.
.

-Ay Armando, me asusta tu facilidad para mentir-Le decía Betty con una falsa molestia, mientas el la tomaba de la mano y caminaban por el garage de su apartamento.

-¿Mi facilidad para mentir doctora? Pero si usted es una experta en la materia, es más, creo que yo aprendo de usted... -le pasa la mano por la cintura y continúan caminando hacia la entrada del edificio.

Una vez ya en el lobby se dispusieron a tomar el ascensor, iban en silencio, Armando aún se sentía culpable, veía a Beatriz de reojo y se sentía un estupido, ¿Cómo era capaz de siquiera pensar en lastimas a un angel como ella? Era bellísima por dentro y por fuera, era su Betty, su cómplice desde casi desde que se conocieron, y ahora, esa mujer, la que se había transformado tanto por fuera pero seguía siendo la misma por dentro lo mataba de amor, a sus casi dos meses de relación sentía un fuerza que le decía que ya no podría vivir sin ella, pero era demasiado pronto para tomar una decisión, no tanto por él, si no por ella, no quería que saliera espantada de allí, él como ella deberían poder disfrutar su noviazgo, después aclararía todo bien con su novia, por lo pronto se moría por besarla.

Así que volteando a su franco izquierdo la comenzó a ver, Betty se dio cuenta de inmediato y lo miro, le dio una sonrisa cálida y Armando se dio cuenta que ese era su hogar, ella era su hogar. Se acercó lentamente, le tomó el rostro entre sus manos y la beso de la manera más dulce que lo haya echo jamás, lento, con necesidad, entregándole todo lo que tenía para ella. Betty lo acompañaba, puso sus manos sobre su cuello y el la rodeó con sus brazos, no quería que se le escapara, no podría vivir sin ella, ya no.

Se separaron lentamente, Betty lo miraba serena y feliz, le dedicó un beso en su nariz, el ascensor se abrió dándole paso a lo que era su escondite más acogedor, el departamento de su novio.

Betty solo había ido vez, la vez donde casi los atrapan Marcela y Patricia y desde entonces soñaba con volver, entraron, se toparon con galán que con gusto saludo a su amo y a Betty. Lo primero que hizo Armando al llegar fue quitarse sus zapatos, le pregunto a Beatriz que si quería quitarse los suyos y así lo hizo, se comenzó a poner más cómoda, se sacó sus zapatillas, el saco, se desabrochó dos botones de su camisa y se desató el cabello, comenzó a caminar con galán por el pasillo mientras Armando la miraba embobado, era ella, su Betty, en su más pura expresión.

Usted es la mujer que yo necesitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora