CAPITULO X.

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-Eugenia puedes servir la cena, gracias.

La casa de los Mendoza-Saenz se encontraba en una zona exclusiva de la capital colombiana, tenían grandes jardines donde se llegaron a celebrar importantes eventos familiar, y que decir de la residencia, era una hermosa casa estilo Victoriano tremendamente amplia, y a pesar de la fachada clásica dentro estaba instalada con lo mejor de la línea blanca que se puede encontrar en el mercado.

-Margarita, Roberto, gracias por la invitación a cenar.

-De nada hija, que el compromiso que tenían Armando y tú se haya roto no significa que no seamos como familia -Dijo Roberto.

Marcela y Margarita se removían incómodas en sus asientos, la idea de que esa relación ya no existiera las tenía con los pelos de punta.

-No sé como Armando se atrevió a terminar esa relación así sin más, todo lo que tenían por delante, el excelente futuro que les esperaba, aún no lo creo.

-Ni yo Margarita, yo... aún lo amo, perdonen, pero es la verdad, y sé que en el fondo el también, debe ser un capricho que tiene, no sé, de lo que si estoy segura es que regresará a mi.

Roberto la miraba tranquilamente, procesando las palabras que decía su ex-nuera, no, no lo estaba convenciendo, a su esposa la podría apantallar con esas palabras pero a él no, estaba seguro que no pasaría lo mismo que con su hija, que por la culpa de ellos tuvieron que exiliarla a Suiza, no lo haría con Armando, no lo perdería. Roberto no formó parte de la conversación que se tornaba en la mesa, él tendría otros planes bajo la manga.

-Si tan solo me hubiera permitido irme con él a ese viaje seguro allí nos reconciliábamos, pero no, prefiero llevarse a su "asistente".

-¡Pero cómo fue posible que se llevó a esa mujer tan desaliñada por Dios!

-Bueno, tengo que admitir que ya se puede presentar en público, -Margarita la veía extrañada- sí, cambio imagen.

-Vaya... bueno, no la he visto pero no creo que sea nada del otro mundo, hija, deberías ir con Armando, ¡Sí! Yo te consigo el boleto, nosotros hemos estado varias veces en Panamá y debe estar en el mismo hotel de siempre, ¿Cómo se llama amor? Siempre lo olvido.

Roberto tenía una cara de horror - No lo recuerdo cariño, es una lasti...

-"The buenaventura" sí, mira, mañana temprano hablas a la agencia, no hables al hotel para que sea una sorpresa para Armando- Decía Margarita emocionada.

-¡Me encanta la idea Margarita! hablaré mañana para que todo esté listo para el miércoles. Armando se va a encantar con la sorpresa.

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La noche había caído y los dos jóvenes seguían platicando. Hace años Armando no se sentía tan pleno, una charla casual por la orilla de la playa, con una luna nueva deslumbrante y con la mejor compañía, es que nadie podría superar eso. Beatriz se miraba tan bella, su cabello suelto revoloteando con la suave brisa que les brinda el mar, descalza y con un brillo en su cara, no podía verse más radiante. Armando terminó de confirmar lo que sentía por Beatriz, pero era muy pronto para decírselo, ¿Sería egoísta de su parte contárselo? ¿Qué tal si ella no siente nada por él? ¿Qué tal si se quiere regresar a su casa y lo dejaba solo? ¡No! Ni pensarlo, prefería mantenerse alejado de ella pero con la dicha de poder verla, la necesitaba cerca, ya lo había comprobado en la oficina, mucho antes de su transformación, la necesitaba cerca como compañera de trabajo, después como amiga y ahora sentía que la necesitaba como mujer.

Usted es la mujer que yo necesitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora