Usted es la mujer que yo necesito

CAPITULO XIX

Se encontraba en el mismo centro comercial que pudo contemplar la transformación de Betty. Nicolás había pasado por ella y quedaron de verse con Catalina Ángel a las 12:00 de medio dia, comerían algo primero y después comenzarían con el cambio de Nicolás.

-Mire Nicolás, allá está Doña Catalina, vayamos con ella.

-Betty espere... estoy nervioso -Nicolás se quitaba sus gafas para limpiarlas- No creía que todo esto fuera a pasar tan rápido.

-Es lo mismo que yo sentía, pero déjeme decirle algo, es de lo mejor que me pudo pasar en la vida, me siento muy contenta con la nueva persona que soy, me siento segura de mi, de mi cuerpo, de lo que soy, no es malo querer cambiar para gustarnos un poquito más, y eso lo aprendí de aquella mujer que está allá y nos está esperando.

Nicolás suspiro, como si no hubiera otra alternativa -Está bien Betty, confiare en usted.

Caminaron hasta toparse con Catalina. Miraba a Beatriz entusiasmada, no podía creerlo, ¡Había seguido todos sus consejos al piel de la letra! Le veía juvenil con esos jeans, esa básica blanca que cubría con un ligero cardigan marrón, y unos preciosos botines color cuero, maquillaje sutil y su cabello crespo recogido en una media coleta que dejaba sueltos algunos mechones rebeldes, se miraba preciosa, Catalina sentía orgullo de ver como esa joven tímida y desaliñada caminaba entre los pasillos y robaba suspiros.

No habían tenido mucha comunicación desde que Beatriz se fue a ese inolvidable viaje con su ahora novio, llamas escasas y platicas muy resumidas, tenían que ponerse al corriente de todo y sabía que a ella también le tenía que confesar su relación con el dueño de Ecomoda.

-Beatriz, ¡Está bellísima! -Se dan un abrazo afectuoso- ¿Cómo ha estado? Me tiene que contar todo en el almuerzo -Miro a al joven acompañante de Betty- Y usted debe ser Nicolás, mucho gusto Catalina Ángel -Extendió su mano para saludarlo.

-Mucho gusto Señora Catalina.

-¡Ay por Dios!- Comenzó a reír - Bastante me costo que Beatriz me quitara el "Doña", Catalina, sólo dígame Catalina, o Cata si lo prefiere, bueno... ¿Nos vamos a almorzar? Y aprovechamos y les cuento todo lo que tengo preparado, vamos.

Se dirigieron a un restaurante oriental, era bastante grande y olía delicioso, Nicolás le hacía señas a Betty diciéndole todo lo que comería, eran como un par de niños, Catalina los miraba divertida. Consiguieron la a mesa y se dispusieron a ordenar. Nicolás ya estaba entrando en confianza y eso a Catalina la divertía mucho, se veía que era un joven muy correcto y no hacía bromas sobre mujeres y quereres propasar con ellas como el incansable de Mario Calderón. Mientras esperaban la orden Catalina comenzó la conversación.

-Y bueno Betty, platíqueme bien y a detalle, ¿Cómo les fue en el viaje? ¿Se divirtió?

-Mucho Cata, a pesar que fue un poco pesado me encantó conocer todo, incluso Venezuela.

-Ahh claro, cuénteme eso de Venezuela, no termine de entenderlo.

Beatriz comienza a contarle a Catalina el motivo de su viaje exprés a Caracas, ella escuchaba atenta hasta que a Beatriz se le escapó algo que llamó bastante la atención de Cata.

-Okay... entonces el viaje también les servicio para escapar de Marcela -La miraba curiosa- Me imagino que usted ya sabía que ellos terminaron mucho antes  que de cuando Marcela nos lo confesó en la reunión ¿O no?

Betty se comenzaban a poner nerviosa -Eh... si, Ar...Don Armando me lo contó. -Beatriz se removía incómoda  en su asiento y Nicolás le brindaba una sonrisa burlona, la cual no pasó desapercibida por Catalina.