CAPITULO XXIV

1.9K 138 325
                                    


Habían pasado dos semanas y Beatriz aún no tenía esa conversación con Nicolás. Ella no se atrevía a preguntarle nada porque sentía que no era la indicada para comenzar esa conversación, Nicolás por su parte cada día se angustiaba más por no decirle la relación que llevaba con Marcela, porque novios ya eran, pero nadie lo sabía.

Después de esa noche en el restaurante donde Armando y Betty se enteraron de todo, Nicolás y Marcela se habían vuelto aún más cercanos, el amor entre ellos era evidente y días después ya no perdieron tiempo, el mejor amigo de Betty se le había declarado a la menor de los Valencia en la puerta de su apartamento con un enorme arreglo floral. Marcela estaba al borde de las lágrimas, hace muchos años no se sentía tan feliz, tan halagada como mujer, hizo pasar a Nicolás y este se le declaró sin más, Marcela entonces lo pudo besar con devoción, esa tarde se entregaron en cuerpo y alma, y a pesar de ser tan pronto se sentía la conexión única que había entre ellos. Pero entrada la noche Nicolás tuvo que irse dejando a una Marcela desconsolada al borde de la depresión, ahora que es su novio y que ya le permitió adueñarse de su corazón ¿Cómo haría para explicar esa situación? Si bien, ella podría hacer como si nada de esa loco plan hubiese pasado por su cabeza, tenía testigos, no era Margarita, que ya hace tiempo le había dejando en claro que dejaría cualquier acto para regresar con Armando, si no su mejor amiga Patricia Fernández, a ella le tenían que seguir el juego aún, ella estaba dentro de la empresa.

Si bien, Marcela ya no pensaba en Armando, lo miraba como en su pasado antes de su relación, como un amigo, aún tenía esa espina clavada pensando quien sería la mujer que atrapó al hombre más codiciado de Bogotá. Hace tiempo había descartado la idea de que era Beatriz, o al menos lo disimulaban muy bien.

Y eso era cierto, Beatriz y Armando tenían una discreción absoluta, pero esto a él ya le estaba comenzando a fastidiar, no porque se estuviera aburriendo de esa relación, al contrario, ya quería llevarla a otro nivel, ya no podía estar un minuto más escondido, quería tomarla de la mano por toda la ciudad y que se dieran cuenta que Beatriz Aurora Pinzón Solano era su dueña, que todos supieran que esa espléndida mujer lo traía loco, y es que no podía estar más enamorado. Así que esta tarde la enfrentaría, le diría todo lo que sentía y tenían que llegar a un acuerdo por el bien de los dos.

— Doctora ¿Se puede pasar? — Preguntaba Armando asomándose curioso.

—Adelante, ¿Qué se le ofrece Doctor? — Decía Betty desde su escritorio, le brindó una sonrisa tierna. Armando entró y se sentó frente a ella, Beatriz lo miraba encantada, mientras guardaba una libreta en un cajón para ponerle toda la atención que se merecía.

— Hablar con mi bellísima novia, ¿Qué hacías, mi amor?

—Ahh — Ríe — Pero que curioso es el Doctor... nada mi amor, es mi diario, se que suena de niña pequeña, pero amo escribir, es un escape que tengo, ha sido mi confidente por años.

—Mi amor, me parece muy tierno eso, así como usted — Le toma la mano y deposita un beso tierno en ella — ¿Pero ahora me tiene de confidente a mi, verdad?

— Claro que si mi vida... —Beatriz suspiraba encantada por la manera en la que su novio jugaba con sus manos — Armando... nunca creí que esto entre los dos pudiera suceder, ni en mis más locos sueños, porque créeme — Comenzaba a sonrojarse — Esos sueños existían.

— Uuuyyy mi amor — Armando la miraba embobado — Yo nunca creí que mi mejor amiga fuera a resultar la mujer de mi vida — A Betty comenzaban a cristalizarse los ojos, ese hombre la iba a matar de amor — Pero, Betty, vea... yo... yo no quiero tener esto más así, en secreto, mire... yo las cosas las quiero hacer bien con usted, quiero tomarla de la mano y que todo en mundo nos vea, quiero presentarme en su casa como su novio, llevarla a pasear por Bogotá y presumirla al mundo enteroBetty hizo un intento de interrumpirlo pero Armando no la dejó — Déjeme terminar mi amor, mire, ya no tenemos excusa, ya no hay nada que ni nadie que nos puedan detener de esto, por Marcela ya no hay que preocuparse, y yo a mis padres no les tengo que pedir autorización, así que, Beatriz discúlpeme, pero esta relación ya la tiene que saber todos, y no lo estoy poniendo a discusión.

Usted es la mujer que yo necesitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora