CAPITULO XXII

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Desde que Nicolás aceptó esa invitación por parte de Marcela en la que ella se ofrecía a llevarlo a su casa no hubo vuelta atrás, se había olvidado de su amor imposible Patricia Fernández y había puesto sus ojos en la accionista de Ecomoda. Se le hacía una mujer bellísima y con un carácter fuerte que lo seducía de sobremanera, esa primera charla que tuvieron resultó en una platica fácil y que tenía un ritmo impresionante, pero tenía un dilema, Marcela Valencia era prácticamente la enemiga número uno de su mejor amiga y de, ahora, alguien que comienza a considerar como más que un compañero de trabajado, Armando.

Habían seguido en contacto, tenían charlas efímeras y el se sentía bastante cómodo con ella, pasadas dos semanas Armando le entregó el auto que le había prometido a Nicolás lo que hizo que los viajes nocturnos se acabaran para la nueva pareja de amigos, Nicolás comenzaba a sentir esa nostalgia, le había gustado esa pequeña rutina que habían tenido y sentía que comenzaba a conocer a la menor de los Valencia, no era una mujer mala pero tampoco era una santa, era una mujer que le había tocado pasar por cosas muy duras durante su etapa de juventud, el tener todo el dinero del mundo muchas veces no hacía fácil la vida de las personas y Nicolás se había dado cuenta de ello, ella se abría con él, poco a poco y sin querer le compartía detalles de su vida que ni siquiera Armando había alcanzado a conocer lo que a él le hacía sentirse importante y a ella, en mucho tiempo, escuchada.

Por su parte, Marcela estaba aterrada.

Aterrada porque no creía que alguien en tampoco tiempo pudiera comenzar a suplantar de su pensamiento el que ella creía sería su único amor: Armando Mendoza.

Nicolás estaba derribando barreras que ella creía tenía bastante estructuradas, pero la verdad es que ella era una mujer frágil con una fachada falsa, y estaba aterrada, ella lo sabía, sabía que caería ante la dulzura y sinceridad de Nicolás Mora.

Pero no podía ser de esa manera, además, el no merecía esto, ella tenía muy consiente que nadie podía enterarse que sus planes cambiaron en el camino y que en lugar de cazar a la fuerza a alguien ella resultaría ser la presa de su propio juego, pero lo hecho, hecho esta.

Así que seguiría con las caretas, su relación de amigos con Nicolás a escondidas y mentiría a su mejor amiga y ahora su ex suegra, que seguía insistiendo en que la relación con Armando tenía que volver a ser como antes. Marcela ya se estaba comenzando a cansar de eso, y es que ahora, que ya comenzaba a sentir algo diferente con Armando, Margarita estaba más insistente de lo normal, la estaba agobiando y ella no sabía que hacer. Por el momento seguirá mintiendo a las dos mujeres, aunque no sabría cómo mantendría una verdad y una mentira al mismo tiempo, lo único que se repetía es que Nicolás no se merecía esto.

Pasadas las horas de oficina y después de la llamada de Nicolás a Marcela se dispusieron a salir, las secretarias una a una se iban despidiendo de las personas que pasaban por los corredores y comenzaban a hacer planes, era noche de viernes y las más jóvenes del cuartel ya sabían lo que harían, así que Aura María se dispuso entrar a presidencia.

-Ay Doctor, disculpe, ¿será que puedo hablar con Betty un momentico, por favor? -Decía sólo a sumando medio cuerpo por la puerta.

-Si Aura María, que sea rápido, creo que se estaba preparando para salir ya.

-Claro Doctor, permiso.

Aura María entró a la oficina de Betty y no terminó de cerrar la puerta, lo que dejaba a un Armando atento a cada palabra de lo que las jóvenes platicaban.

-Quibo mija, oiga, que le parece si nos vamos así de rumba bien rico-Reía Aura María con picardía- Sandra y Mariana ya están apuntadas.

Usted es la mujer que yo necesitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora