Capítulo 1: nació un héroe

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Un héroe puede venir de cualquier lugar, incluso desde el menos esperado y en apoyo de quién más lo necesite.

La historia de nuestro Héroe comienza en una noche de primavera del año 2532. Quién podría decir que, incluso en esta época, existan humanos que aún tengan una mentalidad tan desagradable? Tanto como para abandonar a un niño recién nacido a media madrugada fría y en una tormenta como nunca se había visto durante las últimas décadas.
Este niño no hacía ningún ruido, ni daba señal de poder moverse en esa estación de bus. Con la piel pálida y muy fría, ya no tenía fuerzas ni siquiera para romper en llanto, y ser así salvado por cualquier persona que pasara por allí.

La fé y esperanza nunca se deben desvanecer, por más adversa que sea la situación o qué tan grande y poderoso sea el obstáculo. Valdrá la pena aún si no eres el vencedor; el intento importará.

Fue una de las tantas batallas que libraría nuestro héroe, la batalla por aguantar hasta que otro héroe lo salve. Aún no está preparado para hacerlo, solo le queda esperar y esperar ser salvado.

Ese héroe llegaría en la forma de una mujer de no más de 30 años con una vestimenta negra, como si fuera una colaboradora de las fuerzas del orden que volvía a casa luego de una jornada a las afueras de la ciudad. De no haber sido porque vio una figura pálida dentro de una caja, esta historia acabaría aquí mismo.
Sin pensarlo y al sus ojos enfocarse en la forma, se quitaría la chaqueta de cuero que utilizaba ahora mismo para rodear su cuerpecito casi marchito de vida.
Apegaría esta prenda con la criatura a su pecho en un intento desesperado de darle del poco calor que se desprendía de su cuerpo.

"Espero que esto sea suficiente para que resistas hasta que lleguemos al hospital"
Pensaría esta mujer, y ese sería su último pensamiento antes de comenzar a correr por las calles vacías de la ciudad, entre las gotas heladas que caían del cielo. Dentro de la tempestad, un brillo repentino cubriría todo el cielo por pocos segundos, antes de comenzar un fuerte estruendo que resonaba en la lejanía, haciendo eco a través de los edificios.

Gracias a estar en el centro de la ciudad tuvo que correr una distancia de unos pocos cientos de metros hasta irrumpir en el hospital de manera escandalosa, ganándose así todas las miradas de los presentes. Ante la vista extraña de otros pacientes en emergencias, ella separaría un poco la cabeza de la pequeña criatura. Su cara era tan pálida y estaba cubierta de algunos fluidos de un color carmesí.

"No puedo creer que exista aún gente tan insensible como para dejarte a tu suerte"
Se diría a sí misma susurrando, caminando de forma un poco más calmada en busca de atención médica.

Aún siendo así, ella se retiraría sin mirar atrás, sabiendo con una calma muy grande en su ser que ese niño estaría a salvo en las manos de profesionales, en lo que quedaría de la noche se le complicaría conciliar el sueño con su cabeza llena de incógnitas. Que si seguía vivo,que si hubiera sido mejor quedarse en el hospital hasta estar segura de que estaba a salvo...

A la mañana siguiente

No se creería que hubo una tormenta intensa cuando esa mañana era aún más soleada, casi ninguna nube en el cielo.
Despertando la mujer a causa del calor intenso que se encerraba en su habitación, de mala gana se pondría de pie casi tambaleando con la vista cansada con el deseo de volver a dormir, pero siendo imposible gracias al clima, no habiendo tanta diferencia al salir a la calle luego de las típicas rutinas matutinas.
Afuera era por decirlo así mucho peor que adentro. Lo único que quedaría de la tormenta de la noche anterior sería una humedad insoportable en el ambiente que no hacía más que intensificar el calor.
Su vida cotidiana no era tan interesante como se podría pensar de un caza recompensas.

No es como que todos los días te toque algo que sea digno de contar, siendo la mayor parte de sus días el solo tomar un segundo trabajo voluntario en el orfanato que yacía a pocas cuadras del gremio del centro.
Siempre tuvo el deseo de ser madre, aun dando por hecho que no sería una buena figura materna por su forma de vida.
Los orfanatos en Gaia no son como los que quizá conozcas: si siguen cuidando niños desamparados, pero por ciertas circunstancias la mayoría de cuidadoras no son monjas, solamente mujeres que se dedican voluntariamente al cuidado de estos infantes por una u otra razón.

Ese día se haría cargo del área de bebés, el área más tranquila y en la cual más disfrutaba pasar el rato gracias a la calma presente.
Nada interesante pasaría hasta que el día estaba por llegar a su fin, con una de las tantas mujeres voluntarias entrando con un bebé en brazos completamente envuelto en muchas mantas. Por más esfuerzo que se hiciera no dejaba de hacerlo.

-El pobre fue abandonado ayer, dicen que lo llevaste al hospital cuando lo encontraste en la parada que está a 3 cuadras- diría la mujer con el bebé aún en brazos, intentando desesperadamente el hacer que se calme con arrullos.

-De seguro siente un dolor por haber sido abandonado por su madre - acababa de atender uno de los niños allí. No parecía ser el mismo: al verle se notaba un gran cambio comparado con cómo estaba horas atrás, esta vez lleno de vida un con un color más vivo en su piel rosado pálido - te importaría dejarme cargarlo?

Al tomarlo en sus brazos caminaría con calma arrullando al niño, antes de sentarse junto a una de las cunas vacías en espera a ser el lugar de descanso de los infantes. Sorprendentemente eso lo detendría de hacer tanto escándalo.

-Eres un guerrero fuerte, lo sabes? Lograste ganar una batalla complicada tan rápido; te aferraste a la vida con todas tus fuerzas.

Al cabo de los años el pequeño crecería como todo niño normal, siendo la diferencia que tendría muchos hermanos y hermanas viviendo bajo el mismo techo, además de muchas madres que estarían al pendiente de él. Pero siendo la primera y una de las más importantes personas en su vida su salvadora, la madre Yolanda Park.

Llegaría otra primavera lluviosa, ya 6 años desde la última vez que hubo una tormenta así de fuerte. Un infante de ojos esmeralda hallaba imposible el dormir al escuchar tanto estruendo en la ventana, y las luces producto de relámpagos entrando por esta misma. Yolanda para este entonces ya se había retirado de su vida como cazarrecompensas para dedicarse de tiempo completo a los niños: sabría de esto al tan solo verlo desde la puerta que daba al pasillo, Entró a paso lento al dormitorio.

- Pasa algo? No puedes dormir por la lluvia, verdad?

El solo asentó su cabeza, con una cara asustadiza.

Si te cuento una historia, estarás tranquilo esta noche?

Se limitaría simplemente a cabecear, confirmando un sí como respuesta.

Se trataría de una leyenda, una historia de amor tan antigua que tiene sus variaciones dependiendo de la región.

Era sobre un caballero valiente y de reluciente armadura al servicio del rey, y una chica elfo hermosa con ojos grandes y una piel de porcelana. Tan hermosa que incluso la reina en ese entonces tendría tanta envidia de su belleza que enviaría su guardia personal para hacerla desaparecer.
Este caballero no lo haría así; se enamoró profundamente de ella al momento de verla, rebelándose así contra su majestad con el fin de defender a su amada de una muerte segura, incluso si eso incluye aniquilarlos para defenderla.

La madre Yolanda Park inventaría un final feliz para esta historia, que mayormente en sus versiones existentes acabaría en tragedia.

Así que inventó un final alterno, dónde está reina malvada encerraría a la hermosa elfa en una cueva custodiada por un enorme y poderoso dragón, el cual luego de una intensa batalla caería ante los pies del caballero, dándole una lección a la reina malvada: el amor es más fuerte que cualquier bestia, por más poder o maldad que posea, dejándolos en paz para que siguieran el resto de su vida feliz a las afueras del reino.

- Y fueron felices por siempre- era la típica frase en la que acababan la mayor parte de cuentos de hadas -puedes incluso llegar a ser tan valiente como el héroe, o incluso puedes llegar a ser más valiente. Si el pudo contra un fuerte dragón tu puedes mostrar tu valentía al ya no tenerle a los rayos

-Sí... gracias mami, ahora me siento mucho mejor.- dijo con una sonrisa pequeña, pero pura- seré valiente como él.

-Me alegra escucharlo de ti, mi pequeño Allen

Leyendas De Gaia 1: El Caballero Soñador  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora