Prólogo: Nueva Gaia

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Erase una vez...

Una tierra de magia y fantasía... 

En donde grandes y poderosos dragones resguardaban castillos con tesoros inimaginables. 

En donde las hadas hacían bromas y travesuras a hombres y elfos.

En donde héroes y aventureros valientes se convirtieron en leyendas gracias a sus hazañas sin igual.

Desde Nord Landom, donde es gélido todo el tiempo y los elfos cabalgan sobre unicornios de pelaje tan blanco que se camuflan con la nieve.

Hasta los ardientes desiertos en el sur, donde yace la legendaria ciudad de Aeylan Alzahara.

Donde las maravillas y la magia no tienen fin.

En aquellos tiempos remotos antes de la edad de los metales no existía el dinero ni un concepto que se le pareciera. La ambición del hombre aún no alcanzaba un grado en el que hiciera falta una intervención para prevenir la destrucción de este mundo mágico conocido como Gaia.

Antes de la era de las máquinas este moría lentamente, sumergido en un cielo gris que solía ser azul turquesa. 

 Grandes cilindros de metal sustituyeron el majestuoso vuelo de las enormes bestias escamosas. 

La alegría consistía en revisar una pantalla y ver sujetos haciendo tonterías. 

Y los héroes perdieron todo mérito, opacados por cobardes corruptos cuya mayor hazaña era posar para las fotos detrás de un escritorio. 

El invierno se volvió verano y el ardiente desierto se convirtió en un páramo aún más muerto. 

La magia desaparecía y las maravillas eran enterradas bajo concreto y asfalto. 

Año 2047.

En el reino Británico, el plan de conquista del imperio de las máquinas estaba listo para consumarse, luego de dar inicio un par de años atrás con una guerra civil que tenía como beligerantes a dos bandos, uno liderado por la monarca regente de aquel entonces. 

La Reina Millicent de la casa Windsor, última reina del antiguo reino unido, aquella mujer que en su última resistencia sujetaba aquel arma: la legendaria Lanza de Longinos, invencible en combate. Estaba lista para triunfar o morir, aguardando en su sala del trono, sabiendo que pronto él vendría...

Richard Crawler, el Basilisco. Quien antes formó parte de su guardia. 

Una batalla grande se libró poco tiempo antes a las afueras de aquel palacio amurallado, y varios soldados fallecieron en el deber de servir a Su Majestad. El batallón del basilisco paró fuera del edificio, y el mencionado dirigió sus pasos dentro de las murallas, siendo seguido por sus 7 caballeros más leales en aquel lugar que apenas habría sufrido daño superficial en su fachada. No, cómo siempre, a la realeza se le veía intacta mientras el pueblo se sostenía de milagro. 

Millicent sabía que el momento había llegado: la confrontación final. Con una breve señal de mano preparó en armas a sus guardias restantes, quienes estaban listos para exhalar su último aliento para ponerle fin de una vez por toda. La puerta se abrió de par en par, dando lugar a la presencia del basilisco y sus guerreros. La guardia real apuntó sus rifles de asalto directo al grupo contrario y los susodichos procedieron a realizar la misma maniobra.

Leyendas De Gaia 1: El Caballero Soñador  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora