Capítulo 4: Claro De Aguardiente

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Los cambios en la vida son siempre inesperados; piensas que lo tienes todo pensado, que ya sabes el rumbo que tomarás y entonces...

Allen, tan pronto Yuri aceptó el contrato de búsqueda, regresó al orfanato para empacar algunas cosas para el viaje de dos semanas que le aguardaba dentro de pocos minutos.

Sería un viaje relativamente largo, pensaba mientras preparaba en una gran mochila de viaje con cambios de ropa y solo un pequeño saco para dormir a la intemperie si era necesario. Al ser un ayudante, debía ir preparado para lo que sea que sus superiores necesitaran, como reparar equipo. Es por eso que llevaba una navaja multiusos regalo de Yuri por su cumpleaños del año pasado, metiendola en su bolsillo derecho con tal de tener un acceso rápido y fácil a su herramienta.

Saliendo a paso lento de su habitación vería la puerta, llegando a la recepción con una expresión de nervios pero alegría en el fondo a la mujer que lo crió desde que nació. Alzando su voz en confianza diría:

-Bueno...aquí voy. Mi primer paso para llegar a ser el aventurero que siempre he querido ser.

-Dos semanas: será el mayor tiempo que habré pasado sin verte- respondería Yolanda con nostalgia en su voz, aún sin creer en lo rápido que Allen había crecido. Parecía que era ayer cuando jugaba con sus amigos en el parque sobre eso, y ahora iba en serio, aunque fuera solo como un apoyo- sé que volverás aunque tengo miedo de que te suceda algo durante el viaje; todo puede tornarse complicado de un momento a otro...estás seguro que quieres continuar con esto? Siempre puedes esperar un año más.

-Sí, de eso estoy seguro. Siempre he querido hacer esto, y ahora tengo la oportunidad de iniciar mi carrera como un verdadero cazarrecompensas- le respondería con una sonrisa y un fuerte abrazo de despedida antes de partir- estoy consciente de cómo puede ser, pero tengo que empezar en algún momento. Y entre más pronto, más aprendo para el futuro.

No era un abrazo cálido; las máquinas por lo general tenían una temperatura menor a la humana, pero ese hecho no hacía que este gesto de afecto muy grande entre un hijo y su "madre adoptiva" perdiera peso. A los pocos segundos luego del contacto físico Allen volvería a dirigirle unas palabras, pues tenía que partir con Yuri, quien lo estaba esperando en las puertas del edificio.

-Quisiera quedarme un poco más de tiempo, de verdad, pero ya debemos irnos. Te veré en dos semanas, madre- esas serían las últimas palabras que le dirigiría en un tiempo hasta volverse a encontrar de nuevo.

Siendo acompañado a la salida allí estaría Yuri, igual de equipada que él. Yuri también tenía una relación cercana a Yolanda; no tan cercana como la que tuvo con Allen, siendo muy diferente el hecho de que ella lo cuidaba en sus primeros días de vida, mientras que ella había sido cuidada por ella siendo ya una adolescente proveniente del norte de México.

-Está en buenas manos: si todo sale bien Allen tendrá un buen porcentaje de mi paga- le diría Yuri a Yolanda en un intento de calmar sus nervios- lo traeré de regreso en cuanto terminemos. Será solo una búsqueda en una ciudad vecina.

Tan pronto lo dijo comenzaron a caminar uno junto al otro, dejando el orfanato donde ambos crecieron atrás. Había iniciado oficialmente el viaje, pensaría Allen, oscilando sus pensamientos entre que sería un viaje aburrido sin casi nada de emoción o que por alguna razón terminarían todos en una gran aventura digna de contar cuando volvieran de esas dos semanas. Quizá algo como que el doctor había sido secuestrado por un grupo de criminales que exigieron rescate y al cual se enfrentarían para rescatarlo, o simplemente se trataría de un hombre de edad avanzada con demencia que escapó de su casa de una u otra manera.

Las posibilidades eran casi infinitas en su cabeza, aunque la realidad sería todo lo contrario a lo que pensaba durante el camino a las puertas del gremio, donde los esperaba la pareja. Ahora KC tenía una apariencia distinta a la que tenía hace pocas horas, vistiendo un estilo Western que contrastaba con su típico aspecto gótico, exceptuando sus labios que continuaban pintados de un negro intenso.

Leyendas De Gaia 1: El Caballero Soñador  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora