Capítulo 12: El Sonido De San Francisco

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El dia anterior

Si las cloacas ya tenían una mala reputación al no poseer el mejor olor para un ciudadano urbano promedio, para quien vivía tan cerca del aire puro del bosque debía resultar cien veces peor. La pestilencia, que se intensificaba a medida que la elfa recorría los túneles subterráneos, se terminó mezclando con otro olor. Este era dulce y extrañamente reconfortante. Y este carnaval de aromas tan extraño venía acompañado de una luz cálida y amarillenta, que brillaba conforme la chica progresaba por el túnel. Grande fue la sorpresa que evocó la imagen que vió apenas doblar una esquina. Se trataba de una sala grande con lo que parecía ser miel por montones, colgando del techo y resbalando por las paredes. ¿Qué cómo sabía que era miel? El color ámbar tan particular del líquido podría sugerir savia de árbol, pero ese aroma tan dulce sugería la conclusión a la que llegó ella. Miel de maple. Se veía tan apetitosa que podría solo tomar un poco de esta...después de todo, aquella experiencia tan terrible la había dejado drenada y hambrienta.

Pero Gabrielle supo contenerse. No le parecía higiénico, considerando que la mezcla aún cargaba parte del nauseabundo olor a drenaje. Decidió solo explorar, con la mirada atenta y los ojos abiertos por cualquier peligro, aún temiendo por su seguridad luego de su milagroso escape. Su guardián logró abrir el suelo de un golpe antes de que el edificio de policía se derrumbara. La caída fue frenada por unos cuantos huesos pequeños pertenecientes a su espectro. Gabrielle no pudo ver exactamente qué pasó arriba, pero sabía que esos villanos tenían los medios para acabar con su guardián, así que prefirió no arriesgarse a llamar su atención otra vez.

El lugar era un completo laberinto, y Gabrielle estaba ansiosa por hallar una salida. Sin tiempo que perder recorrería la gran sala a pasos tan grandes cómo podía, acercándose en ocasiones a estos bultos de aquel espeso líquido ámbar. Y al observar con atención podía distinguir personas atrapadas dentro, como si se tratara de una película de ciencia ficción. No se trataba de sólo unos cuantos, sino de cientos de personas, entre ellos niños y adultos, civiles y policías, todos con una expresión aterradoramente pacífica atrapados dentro de esa dulce y pegajosa prisión.

Y por su mente transcurrió la idea de que todos los habitantes del pueblo encima de ella debieron haber sido suplantados por los magos. Esta idea fue reforzada al encontrar a una mujer rubia, en pijama, pero muy parecida a la oficial que la interrogó minutos antes.

Comenzó a preguntarse si una operación a gran escala cómo esta tenía acabar con ella y su aldea cómo su único objetivo, pero rápidamente lo dejó de lado. Ahora lo único que debía preocuparle era continuar con su objetivo de escapar; ya podría considerar las implicaciones luego. Siguió avanzando hasta llegar a una gran puerta metálica sin seguro ni nada que le impida pasar al otro lado. Finalizó su travesía por aquel oscuro y apestoso lugar una vez la cruzó.

El nuevo lugar era igual de desconocido; ni siquiera podía deducir su función. Solo era un pasillo enorme con un mejor olor e iluminado por una fuerte luz blanca, que la cegó por unos breves instantes. Lo único con lo que podría relacionarlo sería con esas ilustraciones de los libros de la academia mágica, sobre un pueblo en el medio de la nada con lo que conocía como rieles y trenes de vapor. Pudo relacionarlo a estos lugares al imaginar que se trataba de lo mismo, pero más avanzado. Suponiendo que eso a su izquierda debía de ser un tren, vio la oportunidad y la aprovechó, entrando corriendo en las puertas aún abiertas.

-Esta cosa me llevará lejos...si tengo suerte, podré llegar a la ciudad más allá del claro de aguardiente- se calmó a sí misma con esas palabras en voz baja. En cuánto el vehículo comenzó su marcha, supo que había escapado del peligro una vez más. E ilesa, a pesar de todo. Sabía lo que era ese gran objeto, pero no que su destino no sería la ciudad más allá del claro de aguardiente que su madre le dijo antes de caer a su muerte.

Leyendas De Gaia 1: El Caballero Soñador  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora