El nombre del pueblo era desconocido para la civilización fuera de este, pero sus habitantes lo llamaban Rosario. La primera impresión que provocaba en forasteros era lástima: las casas y calles daban a entender la pobreza y descuido que allí se vivían. Los caminos de tierra carecían de señales de vida excepto por personas mayores de cabello blanco sentadas en sillas plásticas desgastadas, la mayoría con ropa sucia y claras señales de haber trabajado demasiado tiempo bajo el calor abrasador del sol.
Para la pareja de cazarrecompensas este era un panorama común, uno que vieron muchas veces en sus trabajos anteriores. Ellos los ignoraban y esas personas a ellos, excepto por unas cuantas miradas de temor. A medida que avanzaron, la arena dió paso a la piedra y las casas mejoraron su estado. Afuera de estas viviendas respetables había adultos, jóvenes y mayores: todos hombres de piel marcada por el sol, pero mucho más animados y en mejor condición que los ancianos tristes de antes. Desde el interior de las casas, algunas otras personas se asomaban entre persianas y cortinas para observar a los forasteros, pero fuera de eso nada más extraño que solo gente trabajando y descansando en sus hogares, ¿verdad?
Cualquiera que pensara eso debería mirar bien los pórticos: algunos lucían banderas de la confederación sureña, otros iban más allá con esvásticas nazi y banderas de USA..
La pareja se detuvo frente a un taller mecánico techado. En el garaje se encontraban varios jeeps del mismo modelo que habían visto en el exterior del pueblo. Había un tipo muy corpulento durmiendo en una hamaca colgada afuera, que despertó pocos segundos después que Jayden lo sacudiera del hombro de manera brusca.
—Ah…¿qué se les ofrece?— dijo este tipo, mientras frotaba sus puños en sus ojos.
—Queremos indicaciones para llegar al centro, es todo—contestó Jayden, muy serio y directo.
—Pues, solo debes tomar el camino de la derecha e ir recto. Llegarás de inmediato.
-Gracias- dijo KC con cortesía- Eso era todo, ya nos vamos.
Pero el tipo ya había aclarado su vista, y parecía ver a la gótica de manera diferente.
-Oye, te pareces mucho a la mujer que aparece en la fotografía- dijo el tipo con emoción. Antes de que los pistoleros pudieran decir algo, el tipo gritó hacia dentro del negocio- ¡Abuelo ven!
Ella parecía extrañada. Pensó por un breve momento que solo sería un póster, una revista o alguna fotografía de Internet donde ella aparecía. La pareja estaba a punto de irse, dando la espalda al gordo.
—Esperen, no se vayan aún—dijo una voz de anciano a sus espaldas— Muchacha, ¿de casualidad conoces a Jason Chantrel?
—Sí —respondió KC, un tanto irritada. Cada segundo que pasaban aquí era tiempo perdido— Es mi abuelo. ¿Lo conoces?
—Jason fue un buen amigo mío hace cinco siglos— este con dificultad y sus movimientos rígidos caminó hacia el par— ambos fuimos compañeros antes y durante la cuarta guerra mundial—dijo este mismo con una sonrisa muy amplia— Oye imbécil trae la foto! Y ustedes, pasen, se les ve demasiado cansados.
Ambos dudaron viéndose el uno al otro. Iban a responder que no tenían tiempo pero sabían que el anciano no dejaría de insistir y que entre más pronto le hicieran caso, más pronto podrían avanzar. El sujeto gordo trajo una foto grande y enmarcada donde se encontraba un grupo de personas vestidas de blanco posando frente a la misma bandera sureña que se veía fuera de varias casas.
—Están aquí, son Jason y... —agregó el señor, apuntando con su mano temblorosa a una mujer al lado del mencionado.
—¿Esa es…la abuela?—preguntó Jayden.
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Leyendas De Gaia 1: El Caballero Soñador
RandomLibro 1 de Leyendas de Gaia: El Caballero Soñador Allen Park es un chico con el sueño de convertirse en un héroe, y parece que finalmente podrá avanzar al embarcarse en su primera misión cómo cazarrecompensas. Pero en el mundo lleno de magia, suspe...