Capítulo 7: Gashadokuro

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Una descarga de adrenalina fue lo que impulsó al joven Allen a correr luego de haber sido empujado con fuerza por la mano del esqueleto gigante, iniciando una persecución que ya llevaba diez minutos. Sabía que un tropiezo sería su fin, y si eso no, en algún momento sus piernas ya no darían para más, pero debía hacerlo. En nuestros genes siempre hemos tenido este instinto; el de salvarnos a cualquier costo del daño mayor aunque signifique recibir daños menores. Eso pensaba él al tener la palma de su mano izquierda quemada y un dolor retumbante en la espalda tras ser arrojado contra un árbol antes de huir.

""¿¡Por qué debí alejarme del grupo!?"" pensó con dificultad, presa del pánico y la histeria

Ya lo había perdido de vista, pero esa cosa era gigante, comparable a uno de esos mechas que Allen había visto en películas o exhibidos en los museos. El tiempo que tenía para esconderse era limitado. Al sentir el suelo bajo sus pies se daría cuenta que el terreno dejó de ser plano. No dudaría en escabullirse a la primera oportunidad, la cual se presentó justo al lado en un desnivel al que se arrojó. Casi de forma inmediata se colocó pecho tierra bajo una raíz.

Con la respiración agitada y el susto, el efecto de la adrenalina parecía desaparecer, haciendo más fuerte la molestia de su espalda. El espectro tenía una fuerza increíble, tanto que resultaba sorprendente (y afortunado) que el impacto no le partiera la columna. Todo el ambiente era insoportable a más no poder con cansancio, humedad y un frío envolvente. El Gashadokuro pasó de largo con sus pasos gigantes, dejando atrás su escondite y dándole una razón más para calmarse y volver a pensar con claridad. Yuri y el resto no debían de estar muy lejos, una criatura tan grande no podía pasar desapercibida mucho tiempo, y más si se la pasaba gritando como hace rato. Debía esperar para salir y buscar a los demás: era lo único en lo que pensaba ahora.

-Cuánto tiempo habrá pasado?- se dijo a sí mismo en una tonalidad de voz tan baja que incluso la brisa no dejaba escuchar- mamá, ella me dijo que podría esperar otro año más... -la posibilidad de morir de pronto era real y le pisaba los talones; fue el primer momento de terror genuino que habría experimentado. Aunque estaba solo, intentaba controlar su pánico para evitar llorar.

Su tranquilidad fue interrumpida cuando lo volvió a escuchar. Esta vez estaba en silencio, siendo el sonido de sus pasos lo único que percibía con sus oídos. Una mano esquelética, casi tan grande como su cuerpo, asomo sus dedos en el desnivel, seguido de su cabeza a unos metros sobre el borde. La inquietud volvió, el pánico volvería a invadir el cuerpo de Allen solo con tenerlo cerca, aún sin que esté lo hubiera encontrado aún.

Tan solo bastaría la más mínima señal de vida para saber que estaba allí. Sabía que era cuestión de tiempo.

-Te puedo oler... Humano... - diría el espectro con una voz terrorífica, sin mover su mandíbula para articular esa pequeña frase que haría que a Allen le recorriera un escalofrío como el que jamás imaginó sentir, comenzando desde atrás de su cuello y expandiéndose hacia abajo.

""Puede que solo lo diga para asustarte. Cálmate y piensa"" Pensó Allen, aunque si de verdad pudiera olerlo ya habría acabado con él. Vería que a su izquierda había otro desnivel de pocos centímetros de profundidad, y más abajo de este una caída de cinco metros según lo que podía calcular con la vista.

Resultó ser escurridizo para arrastrarse por el suelo hasta ese desnivel pequeño. Solo debía llegar a la caída y buscar una forma de escapar, Así podría huir. Al asomarse hacia abajo, solo vería que era más de lo mismo con una bajada llena de pasto, por lo que sin dudarlo bajaría sus pies con sus manos apoyándose por donde pudiera, lo mismo con sus pies. Era difícil bajar teniendo una mano quemada que posiblemente se comenzaría a infectar tras tocar tantas veces el lecho del bosque. Faltaban solo dos metros para llegar al fondo, pero este no fue como lo pensó Allen, teniendo bajo sus pies lo que parecía ser una cueva pequeña dentro de esta bajada. Lo suficientemente alto como para soltarse y caer sobre sus piernas, seguido de su espalda contra el suelo amortiguada solo por el pasto del fondo.

Leyendas De Gaia 1: El Caballero Soñador  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora