Capítulo 13: Magia Negra Y Espacios Verdes

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Más tarde 

—¡Solo déjame entrar!— replicó el chico humano— Tengo que investigar dentro de la casa. 

—He dicho que no: recibí órdenes expresas de no dejar entrar a nadie que no pertenezca al trío de cazarrecompensas— recalcó por tercera vez la pequeña MIYO, mirándolo trás una ventana de la casa.

—Por eso: yo vengo con ellos, y me enviaron a investigar la ciudad— seguía pidiendo Allen en el exterior. 

—No; ahora vete si no quieres que llame a la policía. Puedes investigar en cualquier otro lugar que te plazca, pero a esta casa no entrarás— finalizó la pequeña robot de pijama de serpiente rosa antes de desaparecer asustada entre las cortinas. 

¿Cómo podría continuar si no cooperaba? Ni siquiera podría forzar la cerradura o le iría peor. Allen, resignado, solo se sentaría frente a la casa junto a su compañera. 

—¿Ya terminaste? Si no es mucha molestia, es mejor que busquemos a tus amigos— agregó la elfa— perdimos el tiempo al venir aquí. 

—Debe haber una forma: alguna pista que pueda encontrar aquí cerca— comentó Allen— No me daré por vencido: si no hay pruebas adentro, entonces buscaré en el jardín— se levantó sin más, rodeando la casa a paso apresurado.

—¡Hey, no me dejes sola!— exclamó la elfa mientras se esforzaba por seguirle el paso.

Llegaron a un patio trasero amplio: no se trataba del típico jardín ya que este no tenía una cerca que la separase del patio de al lado: debía ser compartido entre ambas casas. No había mucho que destacar, además de una piscina pequeña y una casa del árbol.

Y por supuesto, un tragaluz opaco al nivel del suelo en la parte trasera de la casa del profesor desaparecido.

—Es por allí— exclamó Allen, dirigiéndose a dicho lugar y acostándose sobre su vientre, notando que podía meter su mano por una pequeña abertura bajo el tragaluz que estaba a medio abrir.

—¿Qué es lo que harás? —preguntó Gabrielle viéndole extrañada.

—No lo sé aún, pero de seguro puedo averiguar algo…Huele extraño pero creo ver algo al fondo— comentó antes de pegar su vista por debajo del tragaluz: se trataba de una habitación blanca que a duras penas reflejaba luz.

No era normal tener un sótano blanco, por lo que sacaría su teléfono, iluminando la habitación con la linterna a través de la rejilla. Y de paso, grabando lo que no llegaba a ver a simple vista. Nada llamaba la atención más allá de unos papeles tirados en el suelo, junto a otras piezas de papel parecidas a fotografías. Esto era un descubrimiento sorprendente de la escena del crimen, lo cual llenó de alegría al chico. Pudo avanzar con su parte del trabajo, y si pudiese grabar todo sería una completa mina de oro.

—Allen ya debemos irnos, alguien podría verte— comentó Gabrielle temerosa con sus ojos mirando de un lado a otro sin parar.

—Solo un minu...AH!— exclamó asustado cuando la pequeña robot se asomó por la ventana, llamándole la atención.

—¡¡Te dije que te fueras de mi casa!!— gritó con un puchero antes de golpear con sus cortos brazos a Allen, reaccionando este último a tiempo para sacar su brazo junto al celular.

Este grito de enojo fue suficiente para que los vecinos se dieran cuenta y se pusieran a observar la situación, saliendo a sus jardines e incluso mirando por sus ventanas. En un rápido movimiento, el chico tomó el brazo de la elfa antes de correr para huir juntos del barrio. Pronto los drones de la policía llegarían para seguirlos si la pequeña MIYO pretendía cumplir sus amenazas.

Leyendas De Gaia 1: El Caballero Soñador  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora