Capítulo 24: Miedo

11 2 16
                                    

El bochorno llegaba a ser insoportable a esas horas de la tarde, con el astro Helios brillando en todo su esplendor en el cielo e irradiando con su luz cegadora y calor abrasador a ese pueblo desolado. Aquel vehículo blindado oscuro mantenía una marcha lenta en aquel angosto camino al borde del desfiladero, su interior se mantenía fresco como en los primeros días de primavera. 

Sus dos ocupantes no se habían dirigido la palabra en las horas desde que se separaron del resto del grupo. Entre ambas no había nada en común, ningún gusto en particular que las llevara a hablar más allá de solo dos oraciones, siendo la música reproduciéndose a bajo volumen lo único que rompía aquel silencio, pero incluso esas canciones que escuchaba la mujer de cabello platinado no parecían tan interesantes a la elfa, no cómo aquella canción que el joven Allen le había mostrado. 

Solo tarareaba aquella melodía y daba golpes a sus rodillas con la punta de sus dedos como si fuera un tambor, siguiendo el ritmo que lograba recordar de ayer. No tardó en perderse en sus pensamientos, sintiendo una gran paz en su ser. Estaba muy agradecida por sentirse así: a pesar de que ya transcurrieron unos cuantos días desde aquella tragedia, podía sentirse segura en ese mismo instante. Su única preocupación era el haber perdido al Fuego Primordial durante el ataque.

Se acordó de aquellas leyendas, las cuales rezaban que sólo un héroe valiente sería capaz de utilizarlo. Eso dijo el dios corrupto cuando la maldijo, justo antes de ser desterrado de este plano. Que si en algún momento otra leyenda pudiera empuñar su arma, se vería enfrentada a su contraparte. 

Volvió a la realidad de golpe cuando escuchó su ventana ser golpeada por el pequeño robot de la mañana. Era difícil olvidar su diseño tan característico, con ese conjunto elegante y sombrerito.

—Parece que está bien después de todo...— verlo de nuevo le trajo alegría, a pesar de conocerlo poco

La mujer del cabello plata abrió la ventana del copiloto tras percatarse de lo que pasó, dejándole entrar y cayendo así en los muslos de la elfa. La ventana volvió a cerrarse, ella lo levantó con ambas manos y este pequeño solo sacudía el polvo de su cuerpo.

—Gracias, fue difícil dar con el auto en movimiento—dijo el robot.

—¿Exactamente qué eres? No pude preguntarte antes— respondió Gabrielle curiosa.

—Soy un asistente personal MIYO: soy WOU el aventurero—fue una presentación algo orgullosa— también asistente personal del Príncipe Damian II.

—¿Quién es él? No conozco mucho de los humanos y sus jerarquías—inquirió Gabrielle.

—Él es mi jefe, y también mi mejor amigo—dijo este igual de orgulloso— pero ahora no está en su casa, así que pensé: ¿por qué no acompañarlos durante su ausencia? También quiero tener una aventura más, por supuesto. Una más luego de las tantas de las que ya tuve…

—Pues bienvenido WOU, puedes ser el asistente del asistente—dijo Yuri, refiriéndose a Allen.

—Puedo hacer más que eso, puedo incluso ayudarles en el arresto—respondió el pequeño a la peliplateada.

—No mides más de diez centímetros, para arrestar a alguien debes medir... al menos veinte veces eso— respondió la peliplateada inexpresiva— Mira, a mí no me molesta que estés con nosotros, pero tampoco nos vayas a estorbar. Ya tenemos...varios problemas con eso.

Gabrielle sabía que con eso de problemas se refería a ella. Olvidaba que hasta ese momento solo había entablado amistad con Allen el chico humano: podía ser que los demás aparte de él la considerarán como un estorbo. Frunció el ceño y volteó a la ventana. pegando su cabeza a esta. Incluso luego de haber dicho en lo que podía ayudar, le decían que su presencia no era necesaria. 

Leyendas De Gaia 1: El Caballero Soñador  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora