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╭══════•> BED TALK <•══════╮
Omnisciente
Sofía se encontraba recostada en su cama, leía el libro que alguna vez su madre le regaló años atrás. Ya lo había leído más de veinte veces. Podría recitar cada página, de tantas veces que lo había leído. Al principio lo leía porque le gustaba bastante, ahora, aparte de disfrutarlo, sentía que su madre estaba justo a su lado, leyéndolo con ella.
La puerta de su habitación se abrió, dejando ver a un Sebastián cansado. El rumano suspiró y desabrochó los primeros tres botones de su camisa, quitó sus zapatos y se lanzó a la cama, recostandose boca abajo a un lado de Sofía.
—¿Mal día?— ella sonrió divertida.
El rumano gruñó.
—¿Terminaste temprano?— se escuchó la voz de Sebastián contra el colchón.
—Los chicos dijeron que no tenían problema si me iba temprano, ya sabes, por el bebé...— sonrió refiriéndose a los empleados de su estudio. Sofía cerró el libro y lo dejó a un lado, para dirigir su mano hacia el cabello del rumano y acariciarlo.
—Estoy tan cansado...— Sebastián giró su rostro y le sonrió ligeramente.
—Pues duérmete.— Sofía rió.
El igualmente rió levemente. Su mirada viajó hacia el vientre de la castaña, que estaba algo abultado. Sonrió dulcemente y acercó su mano a éste, colocandola con cuidado.
—¿Como te sentiste hoy?— preguntó mientras la miraba.
La italiana suspiró.
—Pues, algo mareada pero nada que no pueda soportar.— rió levemente.
El sonrió al escuchar su risa.
—¿Sabes...? Leí que si le hablas al bebé directamente, te puede escuchar...— Sebastián sonrió ampliamente.
Sofía sonrió enternecida, desde que le dió la sorpresa a Sebastián sobre su embarazo, el había estado investigando cosas sobre ello, como cuidar a una mujer embarazada o cosas que favorezcan al bebé. Y Sofía no podía estar más feliz por ello. Le parecía totalmente dulce y tierno.
—¿Quieres hablarle?— Sofía sonrió.
Sebastián asintió con emoción, haciendo reír a Sofía.
El rumano se levantó rápidamente y rodeó la cama, para incarse a un lado de la cama, su rostro quedó justo a la altura del vientre de su futura esposa.
—¿Y bien...?— Sofía le sonrió mientras comenzaba a pasar sus dedos por el cabello de Sebastián.
Notó como Sebastián relamió sus labios con nerviosismo. Le sonrió para alentarlo y el así pudo comenzar.
—Hola bebé...— Sofía sintió su voz ronca susurrar contra su vientre. —Soy tu papá...— sonrió ampliamente.
—No se que decir realmente porque nunca he entablado una conversación con un bebe que todavía no nace pero...—
Sofía soltó una risita con ese comentario.
—Solo quería decirte que eres bienvenido a ésta pequeña familia. Prometo amarte y cuidarte, tal como lo hago con tu mami...— miró a Sofía sin dejar de hablar. —La mujer más hermosa de éste planeta.—
—¿Sabes, bebe? Me encantaría que fueras una niña... Que tuvieras la misma sonrisa que tu mami, o el hoyuelo que aparece cada que sonríe. Si es así, sería la envidia de todos ya que las dos mujeres más lindas de éste mundo son parte de mi familia. Serías mi princesa y te cuidaría de cualquier imbécil que se te acerque y quiera lastimarte...—
—¡Seb!— Sofía rió, y el sonrió divertido.
—O que fueras igual de talentosa que ella, en todo lo que hagas...—
—O tal vez, que fuera un niño, alto y guapo como su papá...— esta vez Sofía habló.
—No hay nadie como tu padre, pero no estaría mal.— Sebastián alardeó y la castaña solo rodó los ojos divertida.
—Bueno, en fin... Seas lo que seas, eres bienvenido a ésta familia. Te protegeré de todo, te apoyaré en todo, y por supuesto, que te amaré por siempre, como lo hago con tu mami. Te amo mucho, mucho, mucho, bebé y ya quiero que nazcas... — susurró para después depositar un beso sobre su vientre.
—¿Ya terminaron de charlar?— Sofía sonrió de lado.
—Sip.— sonrió ampliamente. Se acercó a ella y besó sus labios suavemente.
—Sería el hombre más feliz si fuera una niña, y saliera idéntica a ti...— susurró sobre sus labios.
—Igual yo... Pero, no me molestaría si mi hijo hereda esa sonrisa seductora de su papá.— Sofía acarició su mejilla.
Sebastián, al escuchar eso, sonrió seductoramente y volvió a besarla. Aunque, el beso comenzó a subir de tono, el la iba recostando poco a poco en la cama sin dejar de besarla.
—¿No estabas cansado?— ella susurró al sentir sus besos en su cuello.
—¿Yo? ¿Cansado? Para ti, jamás.— mordió su labio inferior y besó su mejilla.
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