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Omnisciente
—Listo. Bañada y cambiada lista para dormir en los brazos de su padre.— la italiana sonrió satisfecha mientras se acercaba al rumano, quien la esperaba con una sonrisa.
Le extendió a la bebé y el la cargó con sumo cuidado mientras acomodaba la frazada en la que la pequeña Isabella estaba envuelta.
Sofía se recostó a su lado en la cama, mirando a ambos con una sonrisa.
—Tiene tu sonrisa.— Sofía comentó sonriente mientras acariciaba la rodilla del rumano quien arrullaba a la bebe, sentado en la cama.
—¿Crees? No noto el parecido.— rió levemente mientras la miraba.
—Hazla reír y velo por ti mismo.— Sofía se encogió de hombros mientras acomodaba su cabello para recostarse mejor.
El rumano suspiró y con su dedo índice, rozó levemente la pequeña mejilla de su hija, causando que soltara una pequeña carcajada. Efectivamente, la bebe tenía la sonrisa de su padre. Achicaba los ojos y arrugaba la nariz al mismo tiempo que sus comisuras se levantaban. Tal para cual.
—¿Lo ves?— Sofía alardeó.
Sebastian soltó una carcajada y asintió lentamente.
—Pero, tiene tus ojos...— el rumano sonrió de lado.
—Los dos tenemos los ojos del mismo color, ¿Cómo puedes saberlo?— Sofía rió con confusión.
—Las dos tienen un brillo que me vuelve loco. Así es como lo sé, ¿Cierto, Bella?— respondió con arrogancia mientras miraba sonriente a la bebé. Sofía rió levemente.
—Si tu lo dices...— la italiana murmuró.
—Y estoy completamente seguro que esta linda bebé, será la mujer más hermosa a donde vaya... — sonrió dulcemente.
—Hmmm, yo también estoy segura. Tiene como padre al hombre más guapo del mundo...— Sofía acarició su pierna.
—Y tiene como madre a la mujer más hermosa y sexy de toda la galaxia. Que genes, Isabella.— elevó las cejas con gracia. Sofía sonrió dulcemente.
—Admito que extrañaré verte con tu barriga de embarazada, te veías tan hermosa... Pero tener a la pequeña Isabella en mis brazos es un gran alivio...— acarició la mejilla de Isabella.
—Lo se. No digo que extrañaré los vómitos y eso pero... También me alegra tenerla aquí.— susurró sonriente.
Sebastian movía ligeramente sus brazos, con suavidad para arrullar a la bebé, quien lo miraba con sus grandes ojos azules llenos de curiosidad, mientras su pequeño dedo pulgar estaba dentro de su boca.
—Cuando era joven, si quería formar una familia, pero jamás pensé que todo ésto pasaría. No pensé que te encontraría a ti, y tampoco pensé que tendría a nuestra hija en brazos...— Sebastián sonrió con nostalgia sin despegar la mirada de Isabella.
—Ahora en lo único que pienso es en ustedes dos, nada más. Lo son todo para mi...— suspiró. —-Haría cualquier cosa por ustedes.—
Escuchó un leve ronquido y se giró, encontrando a Sofía profundamente dormida con la boca ligeramente abierta.
Rió levemente y se inclinó cuidadosamente para besar su frente y susurrar un pequeño "Te amo..."
Volvió a centrar su atención en la bebé, esta lo miraba fijamente. Su dedo viajo a su pequeña nariz y la presionó levemente, Isabella soltó una tierna carcajada, para después tomar el dedo del rumano. Sus diminutos dedos rodearon el dedo de su padre y el sonrió ampliamente, contagiando a la bebé.
—A ti también te amo, y mucho.— susurró suavemente. Isabella solo apretó su dedo levemente.
Siguió arrullandola hasta que sintió una extraña sensación en su mano a través de la frazada, para después escuchar un balbuceo de Isabella. La pequeña necesitaba un cambio de pañal, urgente.
