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゜・。。・FATHER'S DAY・。。・゜
Omnisciente
Sebastián dormía básicamente como un tierno bebé. Estaba lo suficientemente cansado como para dormir todo el día, ya que, la noche anterior se había quedado hasta tarde jugando a una animada tarde de té imaginario con la pequeña Isabella.
Sofía sonrió enternecida al ver que sus labios estaban entreabiertos y de estos salían suspiros. Se recostó a su lado, y ya que el estaba recostado de lado, de acercó a el y recargó su barbilla sobre su hombro, con la intención de despertarlo.
—Seb, guapo... despierta.— susurró con suavidad con una pequeña sonrisa.
Sebastián frunció el ceño levemente, pero sin abrir los ojos.
—Es tu día, bello. Despierta...— la italiana repartió besos por su hombro mientras acariciaba su brazo.
—No...— Sebastián balbuceó aún dormido y Sofia soltó una risita al escucharlo.
—¿No quieres ver los regalos que Bella y yo te hicimos?— sonrió con emoción.
Sebastián poco a poco fue abriendo los ojos y giró su rostro levemente, encontrándola a ella recargada en su hombro con una sonrisa.
—Hola tu...— susurró con voz ronca mientras sonreía.
—Hola...— Sofía igualmente susurró y acercó sus labios a su mejilla para besarla con cariño.
Sebastián se giró repentinamente y tomó su cintura, para atraerla a él y abrazarla fuertemente. Escondió su nariz en el cuello de la italiana. Cerró sus ojos con la intención de volver a dormir.
—No te duermas, hay cosas que hacer hoy...— Sofía rió mientras pasaba sus dedos por sus largos cabellos.
Sebastián gimió con frustración y ella volvió a reír.
—¡Papa! ¡Papa!— la puerta se abrió, dejando ver a la pequeña Isabella, quien corría hacia la cama donde ambos se encontraban. —¡Mira lo que te hice!— se subió con dificultad a la cama ya que era pequeña.
Ya que estuvo cerca de ambos, le extendió una hoja y el la tomó bastante sonriente. La miró detenidamente, encontrando uno de los tantos dibujos que Isabella solía hacerle. Esta vez, había dibujado a los tres . Sofía, Sebastián e Isabella, todos tomados de la mano con una sonrisa en sus rostros.
—Aw, mi amor...— Sebastián hizo un pequeño puchero y extendió sus brazos. Isabella sonrió ampliamente y se acercó a él para abrazarlo con efusividad, envolviendo sus brazos en su cuello.
