Cry Baby

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Omnisciente

Después de un largo día entre pañales y uno que otro llanto, ambos cayeron rendidos sobre la cama. No sin antes recostar a la pequeña Isabella en su cuna y colocar el monitor cerca de ella.

A pesar de que ambos amaban a su pequeña, anhelaban con descansar aunque sea un poco y después disfrutar plenamente de los lloriqueos de la bebe, nótese el sarcasmo.

Dormían como siempre lo hacían. El la estrujaba entre sus brazos, su nariz se escondía entre los cabellos de la italiana. Suspiraba complacido al oler el perfume de su cabello y su piel y eso lograba facilitar el sueño.

Y ella simplemente estaba muy cómoda entre sus brazos como para querer despertar.

Pero cuando un integrante de la familia llega, las cosas no son fáciles.

Un sollozo sonó a través del monitor, logrando despertar a ambos. Sofía gruñó suavemente mientras se levantaba. Restregó su ojo y miró al monitor, otro sollozo se escuchó.

—Ahora vuelvo...— ella susurró. Estaba por levantarse pero sintió un agarre en su muñeca.

—Iré yo, tú vuelve a dormir.— el rumano le sonrió dulcemente.

—¿Seguro?— preguntó extrañada. —Sabes que no es fácil calmar a Bella.— sonrió con diversión.

—Haré lo que pueda, sino... llamaré al 911.— le guiño un ojo y Sofia soltó una risita.

Volvió a recostarse y el se levantó, no sin antes dejar un beso sobre su frente. Salió de la habitación y se encaminó a la habitación donde la pequeña de ojos azules lloraba. Abrió la puerta con suavidad y se acercó a la cuna de la bebe.

Isabella estaba entre las cobijas mientras sollozaba. El rumano suspiró y la tomó cuidadosamente entre sus brazos para cargarla, acomodando su pequeño cuerpo entre sus brazos.

—Sh, sh, shhh....— susurró suavemente mientras acomodaba la manta en la que estaba envuelta. —¿Que pasa, bebé? ¿Ahora qué  te atormenta?— hizo una mueca.

Isabella, evidentemente no respondió y siguió sollozando.

—Shhhh...— comenzó a arrullarla. —Mami necesita descansar y no podrá si sigues llorando, ¿Me entiendes?— elevó las cejas con gracia.

Isabella dejó los sollozos un momento y miró a su padre con una extrañeza inmensa. Para después, seguir con lo suyo. Sebastián gimió frustrado. Tomó el juguete favorito que yacía entre las cobijas de la cuna.

Era un peluche de aquella película para niños sobre un perro con superpoderes, la pequeña Isabella era fanática.

Lo sacudió frente ella para llamar su atención. Lo logró, más no dejó de sollozar. Una idea llegó a su mente y dejó el juguete a un lado.

Camino con ella hacia las escaleras y las bajo cuidadosamente. Entró a la cocina y la sentó en la propia silla que ella poseía. Se alejó de ella para comenzar a prepararle su mamila. Isabella lo miraba, aún sollozando y de vez en cuando sacudía los brazos con molestia.

—Oh dios, ya voy Bella...— el rumano rió extrañado mientras cerraba la mamila con el líquido adentro.

Dejó la mamila a un lado y volvió a tomar a la pequeña entre sus brazos. Tomó de nuevo la mamila y la acercó a sus labios. Isabella la tomó sin ningún problema, con sus pequeñas manos.

El rumano suspiró con tranquilidad y miró como ella fruncía el ceño de manera curiosa, mientras lo miraba a él fijamente. Como si se tratara de algún extraño.

—¿Quieres que te cuente un cuento?— el rumano sonrió ligeramente.

La bebe no respondió y siguió mirándolo como si fuera algún tipo de extraño.

—Lo tomaré como un si.— asintió y se sentó en una de las sillas de la mesa. Acomodó a Isabella para que lo mirara, todo sin dejar la mamila.

—Había una vez una bella chica. Tenía unos bonitos ojos azules y un hermoso hoyuelo que aparecía cada que reía.— elevó las cejas con gracia, ella lo miraba con atención.

—Esa chica se casó y tuvo a una hermosa bebe, pero... el único problema era que lloraba hasta por los codos, me consta.— rodó los ojos. —Su juguete caía al piso, lloraba. Su comida estaba ligeramente caliente, lloraba. O simplemente de la nada, empezaba a llorar. ¿Tú crees?— miró a la bebe.

Isabella había dejado de sollozar y centro toda su atención en el rumano, sin dejar de chupar la mamila.

—No se podía negar que esa bebé era hermosa. Era la más hermosa del lugar, era... simplemente preciosa.— asintió lentamente. —Su único defecto, era ese. Su mami ya estaba cansada y no sabía que hacer, al igual que su papá.— abrió los ojos, Isabella sonrió ligeramente.

—Su papá decidió ayudar a su mami a calmarla ¿Y sabes qué pasó?— hizo una pausa, simulando que Isabella le respondería un "¿Que?"

—Su papá también terminó llorando.— bufó de manera divertida, Isabella soltó una pequeña carcajada.

—Ah, ¿te da risa?— fingió estar ofendido. Se acercó a ella y arrugó la nariz con una sonrisa mientras la restregaba con la pequeña nariz de Isabella.

Bella soltó otra carcajada y Sebastian dio varios besos sonoros a su mejilla, causando que riera más.

Una risa se escuchó y el rumano elevó la mirada. Encontró a Sofia recargada en el umbral de la puerta, con una dulce sonrisa en su rostro, y una cámara en sus manos.

—Oh, mira quien está allí...— sonrió sin dejar de mirarla. Isabella miró en la misma dirección.

—Linda historia, eh.— Sofía rió mientras miraba la foto que les había tomado momentos atrás.

—Merezco un reconocimiento ¿Ah que si?— elevó una ceja con diversión.

Repentinamente la mamila de Isabella se deslizó por sus pequeñas manos, cayendo al piso. Un poco del líquido derramándose en el piso.

Y de nuevo, tal como la bebe que el rumano mencionó en ese cuento, Isabella comenzó a llorar de nuevo.

—Joder...— gimió frustrado.

Sofia rió levemente y se acercó a ambos, dejando a un lado la cámara. Se agachó y tomó la mamila, acomodó la tapa y se volvió a agachar, estando a la altura de la bebe que yacía sentada sobre una de las piernas del rumano.

Le extendió la mamila y le sonrió dulcemente. Isabella al ver la sonrisa de su madre, inmediatamente dejó de llorar y tomó la mamila.

Sofia sonrió aún más y acarició la mejilla de la bebe suavemente. Sebastián miró detenidamente la escena.

—¿Como es qué haces todo bien?— Sebastián entrecerró los ojos, con una sonrisa confusa.

—Porque soy mamá, Sebby. ¿O no, Bella?— estrujó la mejilla de la nombrada con suavidad, sacándole una tierna carcajada.

You & I - Sofia & SebastianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora