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Ya ah pasado dos mes y ya estoy bien, ayer fue mi último día en emergencias.

Emma paso todo el día conmigo explicándome lo que pasaba, al parecer hubo un cambio de planes y me quedaría en el hospital por un tiempo más, eso no me gusto quería ya estar fuera de ese lugar.

Emma se sentó junto a mi, es como mi hermana solo que es linda, tiene cabello rubio, ojos azules y un gran cuerpo y es buena pues ella no me golpea la cabeza por vomitar la comida.

Solo se enojaba por que la despertaba a mitad de la noche por que necesitaba ir al baño, no era mi culpa yo les había dicho que me dejaran el catéter, la vida era mas fácil así.

Me encantaba hacerla enojar era muy expresiva y hacia gestos raros, eran esos momentos donde me doy cuenta de cuanto extraño a mi hermana, ella era como mi segunda madre y a veces era más mi madre que mi verdadera madre.

—Muy bien campeón estoy harta de ti, mañana por la mañana serás trasladado a el edifico de recuperación —dijo sentándose a mi lado con una sonrisa.

—Mientes —respondí con una sonrisa tonta.

—Yo, ay niño estás loco si hubiera querido un empleo para mentir hubiera sido presidente -dijo contando uno de sus malos chistes que nunca divertían.

—Si mientes, me vas extrañar y no tendrás a quien contarle tus chistes malos —dije mirándola a los ojos, me había encariñado con ella.

Ella me miro con unos ojos de tristeza cómo si me estuviera muriendo y fueran mis últimas palabras.

Esa misma tristeza que había visto en los ojos de mi hermano el día que me llevaron, de un momento a otro me abrazo con tantas fuerza que mis huesos casi se rompen, empezó a llorar cómo loca, lo cual no significaba nada bueno.

—Escúchame bien si, eres muy fuerte y listo, has todo lo que te digan, toma la medicina que te den y no hagas cualquier locura que se te ocurra entendido —dijo tomando mis hombros con fuerza.

—Esta bien —dije asustado, no comprendía que pasaba.

—No, nada esta bien niño al menos no para ti —dijo triste— Masón cuídate de acuerdo, aléjate de los problemas, te quiero mi niño, eres asombroso —dijo llorando.

Un silencio se extendió por la habitación, me besó la frente y salió de la habitación sin mirar atrás, que querrá decir con al menos no para mi, no entendía que pasaba en este lugar acaso era tan malo.

Cayendo en un abismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora