Pastillas de colores

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Desperté a mitad de la noche, estaba sudando y ese recuerdo seguía en mi mente, el recuerdo amargo que me perseguía en mis pesadillas.

Tenía 5 años y estaba jugando con unos cochecitos de madera que me había regalado mi hermano, estaba en el suelo.

Mi mamá estaba cocinando y mis hermanos jugaban afuera con otros niños, entre ellos Aiden, se aproximaba una tormenta y mi padre todavía no llegaba, cuando empezó a llover mis hermanos entraron corriendo.

—Se aproxima una tormenta —dijo mi hermana sacudiéndose el polvo de la ropa.

Mi madre se acerco a ella y le dijo algo al oído, ella asintió y le dijo algo a Grant.

—Vamos May a dormir —dijo tomando mi mano regordeta.

Mi hermana me llevo a la cama y me arropo como solía hacer, mi hermano encendió la pequeña luz del baño, se acostaron a mi lado.

Me acomode en su pecho, él me rodeó con sus brazos, era una noche fría y solo nos cubrían una pequeña cobija que casi no calentaba.

Mamá llego, se sentó en el borde de la cama y nos empezó a contar una historia, como de costumbre cuando se quedaron dormidos mis hermanos salió de la habitación con la cabeza baja, sin embargo yo seguía despierto.

Un momento después llamaron a la puerta, me levanté de la cama y me asome a la puerta, mi madre estaba llorando y un policía trataba de consolarla.

—Mamá que pasa —dije cansado.

—Vuelve a la cama Masón –dijo pero yo me resistí, fui a ella y la abrace, hice lo mismo que ella solía hacer cuando me sentía muy mal.

En ese momento yo no lo entendía pero ese día fue cuando mi padre murió, en aquella tormenta donde su auto se había salido del carril, no recuerdo su rostro aunque lo eh visto en fotos, su voz desapareció hace muchos años ya y los momentos que pase con él son más que sueños que parecen pesadillas.

Me levanté de la cama y entré al baño, me moje la cara y me serví un vaso de agua, a lado estaban las pastillas de colores, tome una y la empecé a observar detenidamente.

Parecían de dulce pero no sabían a nada más que un poco saladas si las dejabas un rato en tu boca, los doctores decían que eran para que no volviera a enfermar y que se las daban a todos ya que te hacían más fuerte, pero la mañana anterior les pregunte a Tanner y a Nick si las tomaban a lo que Tanner respondió que estaba loco, que si tomaba esteroides era por mi cuenta.

Esto me a empezado a resultar raro, por que soy el único chico que las toma y también el único que viene de fuera, también estaba en mi mente las voces de la noche que llegue.

Los hombres de blanco hablaban de un virus al cual al parecer era resistente, todo me estaba volviendo loco pero nadie respondía a mis preguntas, era como si fuera invisible.

Cayendo en un abismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora