Furia

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Estaba durmiendo o al menos es lo que recuerdo, tenía un fuerte dolor de cabeza y un fuerte pesar en el pecho, me estaba costando respirar.

Todo era tranquilidad cuando de repente la puerta de mi cuarto se abrió con fuerza, un fuerte estruendo se hizo en la habitación, Aiden entro corriendo y me tomo de los hombros, empezó agitarme con demasiada fuerza.

-Que demonios te pasa muchacho, crees que esto es un juego, quieres morir o que —dijo molesto como nunca antes lo había visto.

Mis ojos se fueron hacia atrás y mi cabeza cayo por un costado, Aiden se dio cuenta y me sentó en la cama recargándome en la pared.

Un fuerte dolor se hizo en mi cuerpo, el venía acompañado de una mujer alta, la mujer solo se acercó a mi con una lámpara y la apunto a mis ojos, tomo mi presión y mi temperatura, sacó una jeringa, me coloco una inyección en el brazo, Aiden se voltio hacia ella preocupado.

—Que es lo que le pasa lo he matado —con un tono de tristeza en su voz.

—Estará bien, necesita descansar por la mañana estará mejor espero —dijo la mujer tranquila.

La mujer abandonó la habitación, Aiden me recostó en la cama y salió, no entendía que pasaba o que me habían hecho pero estaba aterrado de lo que pasaría.

A la mañana siguiente tenía un poco de frío y el dolor en la cabeza era fuerte, pero seguía asustado por lo que había pasado hace unas horas, estaba preparándome para salir cuando Aiden entro a mi habitación.

—Niño estás bien —dijo triste

—No te acerques, largó de aquí —dije asustado alejándome de él.

—Lamento lo que pasó ayer, no era mi intención lastimarte de verdad lo siento —dijo mirándome.

—Por que lo hiciste —dije molesto.

—Eso ya no importa niño, estaba enojado —dijo disculpándose.

—no me llames niño, ya no soy un niño lo deje de ser hace mucho tiempo —dije molesto quería que se fuera.

—Lo se Masón, lo lamento y se que no me vas a perdonar pero escúchame bien no puedes dejar de tomar las pastillas, por tu bien y por el de todos no dejes de tomarlas —dijo nervioso, mirando a todas partes, como si lo estuvieran vigilando.

—¿Cómo sabes que no las tomé? —dije confundido.

—Masón tienes que entender que no puedes saber todo, solo hazlo, tienes que prometerlo, sí lo haces te prometo que verás más a tu familia y a Emma te lo prometo —dijo apresurado

—Esta bien —dije más a la fuerza que por gana.

—Masón prométemelo —dijo acercándose tomándome por los hombros.

—Lo prometo —dije asustado.

Aiden salió de la habitación, tome la pastilla sabía que no debía hacerlo pero sí lo hacia al menos tendría más tiempo para ver a mi familia y descubrir que era lo que estaba pasando.

Cayendo en un abismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora