No fui a la fiesta pues no tenía ánimos de ir.
Al día siguiente desperté, ya la mayoría se había ido, planeaba crear un plan para escapar ese mismo día así que me quede en la habitación.
Conocía los horarios de todos y sabía que a las 12 en punto podría escapar, el turno de los de la mañana terminaba a las 11:59 y los de la noche empezaba a las 12:01 por lo cual tendría muy poco tiempo, pero era una posibilidad.
Mi plan era salir por las rejas traseras del lado de el hospital de emergencias, a esa hora todos están haciendo el cambio o dando la dosis de la noche así que sería perfecto.
Me coloque el traje de gala pues es negro y podría pasar sin que me vieran mejor, pinte las rayas con un marcador negro y en mi maleta guarde un poco de comida, una barra de proteínas, una botella de agua y un cuchillo por si lo necesitaba lo cual era lo más seguro, guarde el disco de Emma, sabía que podía hacer algo con el y espere.
Las horas se hicieron eternas, decidí escribirle una carta a Dalia, salí a las 11 en punto de mi habitación y fui a su habitación.
Metí la carta por debajo de su puerta, ella saldría y no la vería hasta que yo ya no estuviera.
Fui entre los árboles acercándome cada vez más al hospital, me acerque lo más que pude y espere, entonces sonó el timbre de salida.
Todo se quedo solo en cuestión de segundos, entonces fue cuando salí corrí hacia la reja y subí, estaba apunto de salir cuando alguien me jalo de una pierna, caí de espalda al pavimento con fuerza provocándome un dolor insufrible.
Dos hombres gigantes me tomaron de las piernas y los brazos, trate de moverme soltando golpes y patadas, pero enseguida uno de los hombres me golpeo en el estómago con fuerza.
Me retorcí del dolor,ellos me llevaron al hospital, entramos por atrás y bajamos por un elevador, al llegar me metieron a un cuarto, estaba todo oscuro no podía ver nada y estaba todo tan frío, pero no estaba solo.
Sentí la presencia de alguien, tenía la mochila a lado así que saqué el cuchillo y lo sujete con fuerza.
—Tu, siempre tu niño, yo sabía que tenía que dejarte alejado de los demás —dijo esa voz tan reconocida que venía de la oscuridad.
—¿Quién eres? —dije molesto.
—Pero no, Aiden quería que estuvieras con personas, que tuvieras algo de infancia aún, no eres más que un simple problema para la humanidad —dijo con desprecio— un nulo.
—McCall —dije molesto.
—Capitán niño, capitán, pero ahora no importa ni Aiden ni nadie te podrá salvar, estas en mis manos ahora niño —dijo riendo cínicamente.
—No lo creo, yo saldré de aquí, mis hermanos me sacaran —aseguré.
—Tus hermanos niño, en serio no eres más que un simple mocoso que haz hecho más que hacernos gastar dinero —dijo molesto.
—Tal vez, pero yo tengo algo que tu no —dije seguro.
—Que puedes tener que yo no tenga —dijo riendo.
—Esto —dije.
Me aventé hacia la oscuridad para enfrentarme contra él, lo sentí, lance el brazo y sentí como el cuchillo cortaba su piel atravesando lo que creo era su ojo, el me tiro al suelo y coloco su pie en mi cuello evitando que respirara, me estaba matando.
—Te mataría ahora mismo si no fuera por que tu sangre es lo que necesitamos, pero esto se acabara niño, esto terminara tan pronto —dijo enojado.
Me soltó el cuello y respire con dificultad sentía la sangre en mi boca, salió de la habitación sentía la camisa mojada así que empecé a tocar mi cuerpo para ver si tenía una herida, pero no tenía nada así que la sangre no era mía, para mi suerte.
ESTÁS LEYENDO
Cayendo en un abismo
Science FictionLas personas pensaban en un futuro bueno, un futuro donde todos tendrían las mismas oportunidades, que decepción cuando eso no pasó. Masón es solo uno más de la alta civilización de gente pobre en América, sus posibilidades para tener una vida norma...