El rostro de la verdad

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— Su hijo se mejorará muy pronto, la operación salió muy bien y hasta el último minuto estuvo sonriendo. — le aseguraba a la mujer con sus manos entre las mías. — puede respirar tranquila que su hijo está en las mejores manos... entre las manos de Dios y las suyas. Vaya a comer algo a la cafetería y le dejo más minutos de visita en cuanto salga.

— Oh, doctora Yan usted es un ángel caído de los cielos.

— No lo diga de esa forma, me avergüenza. Descanse, señora Chan.

Me incline hacia la mujer y ella me devolvió el gesto e incluso me abrazo agradeciendo.

Me encantaba esta parte de la cirugía, ver los rostros de alivio.

Por eso como interna siempre me tocaba esta importante labor, muchos compañeros no eran buenos con las palabras o eran demasiado técnicos. Pero me gustaba hablarle a los pacientes y a sus familiares con la confianza de que todo lo que yo haría saldría bien.

Ser la menor en el hospital tenía sus ventajas y también sus desventajas. La mayoría que se habían graduado del internado conmigo tenían un par de años más. Yo había estudiado medicina toda mi secundaria en un internado del exterior, al regresar solo estuve unos meses en supletorios y a los 21 empecé la especialización.

Ser tan joven significa trabajar el triple por ganarte un lugar en el quirófano.

— Llegué a casa.

— Bienvenida... justo te esperaba para cenar juntas. — mi abuela asomó su cabeza y yo quite mis zapatillas.

Corrí detrás de Quelpart, pero el gato salió del otro lado con rostro enojado. Supongo que debía bañarme primero.

— Abuela hoy es el último episodio del drama.

— No lo puedo creer, que rápido pasa el tiempo cuando estas vieja.

— No sea tan dura consigo misma. ¿Puede creer que ya Hanam dejo el hospital? — le pregunté desde mi habitación quitándome la ropa. — cuando llegué aún faltaba mucho.

— Lo supuse, no había visto un arcoíris tan grande en Busan en cinco meses.

— Ah, que lindos se ven juntos...

— ¿Sientes celos? — me interceptó divertida de camino al baño. — deberías salir con amigos y conocer un buen hombre, pasas mucho tiempo sola en ese departamento en Seúl.

— Tengo amigos... solo soy muy entrometida.

Me entre a bañar y luego cene en compañía de mi Nana, incluso me anime a llevarme una botella de vino a mi habitación.

No la termine, ni siquiera llego a la mitad, pero me puso en mejor humor.

¿Sería bueno regresar a Quelpart? Lo deseaba con todo el corazón, pero no era mi tiempo correcto de hacerlo. Quise llamar a Nanhee, para que me hablara del horóscopo o el alienígena guapo viviendo en su casa.

Pero luego recordaba como acabaría su historia y sentía culpa.

En realidad, desde mi ventana además de las estrellas veía la vida nocturna de Busan. A lo largo de los años había tenido amistades que no perduraban en el tiempo y aprendí a valorarlas como tal... momentos y personas que no regresaran. Sería mejor que nunca permanecieran.

Cuando ves la vida de los demás en tercera persona es muy difícil no interferir y arruinar la confianza.

— Oh, recordaste que tienes una madre. ¿Por qué no me contestaste antes? — mi madre se quejó en la alta voz más tarde.

— Madre... estaba operando un joven que tuvo un accidente de tránsito. Lo siento.

— Eso debe ser una señal, Isie, usa siempre el casco.

𝕮𝖗𝖚𝖘𝖍 εїз KTH⁴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora