Prologo: latidos

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Busan, Corea del Sur, 2006

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Busan, Corea del Sur, 2006

— Cariño, ¿ya tienes todo listo? Tu abuelo te espera afuera. — mi madre toco tres veces en la puerta.

Yo mire los tres sombreros veraniegos que había recibido de parte de mi abuela, ¿cuál debía escoger? Decidir me hacía sentir enferma.

Escuche un suspiro y luego mi madre abrió la puerta para verme con una expresión un poco divertida.

Había tardado de más en hacer mi maleta.

— Tu abuela dice que los tres te quedan hermosos, pequeña solo lleva el blanco. Combina con esa sonrisa hermosa que tienes.

— Es la sonrisa de papá.

Ella hizo una mueca que intentó ocultar mientras tomaba el blanco y salía a saltos hasta la sala.

En el sofá mi abuelo y mi abuela conversaban de algo sin cuidado, yo no esperaba por cumplir diez. Tener diez años era un numero de dos cifras... eso quiere decir que creceré y podré ser parte de sus conversaciones.

— ¡Que linda te ves! — mi abuela dejo a mi abuelo con su palabra en la boca mientras corría a darme un abrazo. — ¿vas de viaje o a una pasarela?

— No, abuela... voy a Nunca Jamás.

— Nunca Jamás, ¿eh? — mi abuelo giró a ver a mi madre con una risa en sus labios.

— ¿Que otra explicación puedo darle? Es una niña, padre. Merece ir después de lo que paso mientras estaba a cargo del imbécil de su padre.

Mi madre murmuró, pero escuché perfectamente.

Mis abuelos tomaron una mano cada uno mientras salíamos del complejo de apartamentos en Gamcheon. Era mi vecindario favorito de todo Busan, a diferencia de mi casa en Seúl... todas eran diminutas y llenas de colores como los vecindarios que dibujaba.

Llegamos a la costa demasiado rápido y yo me movía de un lado a otro por la expectativa.

Mi abuelo me había contado historias acerca de sus viajes desde muy pequeña y siempre le pedí llevarme a esa isla mágica. Ahora estaba a pocos kilómetros de ser la protagonista de esas historias, aunque quería ir con mamá ella debía quedarse.

— Pequeña, ¿este es todo tu equipaje? — mi abuelo se sorprendió al llegar al puerto, sus ojos cafés viéndome con seriedad. — presiento que llevas a tus amigos de la escuela ahí.

— No, abuelo. No pude decidirme por qué llevar...

Y no hay tales amigos en la escuela.

— Tenías que ayudarle, Eumin.

Mi abuela regañaba a mi mama mientras esta última acomodaba el sombrero de verano sobre mi cabeza. Mi vestido era de color crema y combinaba con la arena de las playas de Busan.

𝕮𝖗𝖚𝖘𝖍 εїз KTH⁴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora