Los Colores De Su Alma

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Tomaba de mi leche de fresa mientras mis ojos se paseaban por el frente del hospital. Personas entraban y salían, las ambulancias seguían estacionadas.

Pero Iseul no había salido.

— No quiero llegar a ser ese tipo de novio... — con mi mano libre palmee el celular en mi bolsillo. — pero este hospital parece un zoológico.

Últimamente mi olfato estaba más sensible de lo normal y mis demás sentidos constantemente ponían mis nervios de punta.

Comenzando por esos lobos merodeando el lugar.

No era solo uno, podía oler al menos a seis e Iseul se mezclaba entre ellos tan fácilmente que buscaba una forma de advertirle. El peligro era inminente. Aunque ella me convenciera que ninguna persona a su alrededor creció en un bosque o rodeado de animales como yo, había algo demasiado sospechoso.

Estaba a punto de hundir en el botón verde hasta que dio un paso fuera de las puertas dobles.

Sus ojos me buscaron en la multitud del estacionamiento y cuando me localizó caminó con menos urgencia. Yo me acerque con un poco más de urgencia para ayudarle a cargar con su bolsa. Ni siquiera había alcanzado a ponerse el abrigo.

— Hola. — me saludó sonriendo y colocó su abrigo obedientemente.

— ¿Como estuvo tu día?

— Mejor que ayer, gracias a Dios.

— Me alegra. — dejé un beso sobre sus labios y con mi mano libre en su cintura caminamos por las calles solitarias. — cuando tardes envíame un mensaje o pensaré que algo malo pasó.

— Es un hospital, Tae.

Yo chasqué la lengua. Ella tenía razón, pero con Miwoo y ayuda de Yoongi habíamos dado con un testigo. Un dragón más de sesenta años y que nos advirtió que la forma más fácil para ellos de mantener su confidencialidad es acechando a sus víctimas... perseguirlas, saber que hacen y a quien ven, hasta que ellas mismas se concienticen que sus vidas no les pertenecía.

— Incluso si es un templo, debes tener cuidado.

— Lo tengo.

— Ahora, ¿has vuelto a ver a ese perro? Cruzamos miradas. — aún recuerdo que tuve que contenerme de ir y partirle la sonrisa.

Ella lo pensó un poco paseando su vista por las vitrinas de comida, siempre que estaba nerviosa evitaba mi mirada.

— Me ofreció disculpas.

— ¿Y?

— Fue honesto, así que las acepté. — dijo como si justificara su nerviosismo.

— ¿Así sin más? Cuando te enojabas conmigo en la isla tenía que traerte una galaxia entera.

Ella rio un poco por la exageración y yo le seguí.

Las calles terminaban en el pequeño taller que día a día tomaba forma. Muy pronto lo abriríamos al público.

— Nunca me enojé contigo en primer lugar... solo forjaba tus buenos modales. — uso los términos del abuelo y yo le abrí la puerta con mi pie. — gracias por irme a buscar. Me siento más segura regresando contigo.

No sé si lo decía para hacerme feliz o porque ella también sintió a dos hombres siguiéndonos todo el rato.

— No es nada, mi lady.

— ¡Taehyung-ssi! ¡Basta!

Explotó a reírse cuando nombre otros títulos reales con un acento italiano fingido.

𝕮𝖗𝖚𝖘𝖍 εїз KTH⁴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora