Capítulo 33^

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La India, Lunes 6 mayo.

Pitt

—¿Sabes?—me enfoco en sus ojos hinchados—yo también tengo un lugar al quiero que me lleves, ¿adivinas cuál es?

Ella niega con la cabeza.

—Pero si está justo aquí—deslizo mi mano despacio por su muslo hasta llegar ahí—no tenemos que ir muy lejos.

Vanessa se ríe y intenta girarse.

—Me gusta tu sonrisa cuando no estás de ruidosa.

—¿Si?

Dejo un pequeño beso sobre su hombro y muevo mi mano sobre su piel desnuda bajo la sabana.

—Solo no me gusta cuando te metes en ese papel.

—No es un papel, ya te dejé las cosas claras Pitt, si me quieres tendrás que aceptarlas.

—¿Y tú me quieres?—ella frunce el ceño—digo si me quieres en tu vida, ¿estás dispuesta a que te tenga así cada y cuando se me antoje?

—Siempre y no esté acompañada, ni creas que dejaré a un amante para salir a correr hasta a ti—suelta con desdén.

—¿Amante?

Ya empieza de nuevo.

—Eso dije, amante, hay algo que sobra decir pero lo haré, no seremos un trío, si no un cuarteto, tú con tu esposa y yo...

Guarda silencio y me da una media sonrisa.

—No me interesa volver a estar sola.

—No lo estás—muevo su cabello detrás de su oreja con más de cinco perforaciones.

—Lo sé, tengo a Anna y a Missael.

—Ese no cuenta.

—¿Por qué no?

—Es un hombre, y vuelvo y te aclaro que tampoco se quedará en tu casa.

—Bien lo has dicho, mi casa, mis reglas, mis invitados, y según recuerdo al único que no le he ofrecido pasar es a usted señor.

Sostengo su mano con fuerza.

—Deja de decirme señor, ya sabes que no me gusta.

—Pero si tienes todas características de uno, amargado, intenso, la cara de culo las veinte cuatro horas del día, además de mandón, tóxico y posesivo.

Respiro y veo que ya se le olvidó lo de anoche.

—Ahora que lo dices, acabo de recordar algo—muevo la sabana y me coloco sobre ella y sus perfectos senos—aún te debo un favor "por otro lado"

—No sé de qué hablas.

—¿Ah no?

—No.

—Tranquila, yo te lo puedo recordar.

—Auch—se queja—¿sabes que de vez en cuando se puede ser lindo?

—Tal vez no lo hayas notado pero eso no va mucho con mi personalidad.

—Lo dejaste bien en claro anoche con todos los globos, ¿no es así?—Me muestra una sonrisa.

Guardo silencio y acaricio su clavícula.

—¿Me dices qué pasa entre tú y Diana?

Frunzo el ceño ante su extraña pregunta.

—Ya te he dicho que no pierdas el tiempo hablando de ella, Diana es Diana y se encuentra a cientos de kilómetros de distancia.

Conociendo lo prohibido ©️ (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora