TRILOGÍA HÁBITOS INSACIABLES. (Libro I)
Vanessa apenas empieza a separarse de la sobre protección y tabúes de su madre descubriendo así las tentaciones y emociones de la libertad. Pitt un joven empresario conocido por su arrogancia y mal temperamen...
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Pitt
Siento que el estómago me arde, el cuerpo se me calienta y no dejo de retorcerme sobre el retrete, sabía que nada bueno saldría de Diana en la cocina, ahora pago por intentar ser cordial con eso de "mantenerla feliz"
Salgo en busca de un respiro, por suerte todo siempre se mantiene fresco, me lanzo boca abajo sobre la cama, escucho la puerta abrirse y lo ignoro.
Siento como empiezan a subir a la cama y acostarse junto a mi.
—¿Has perdido algo?—hablo sin verla—Dudo que esté aquí
—Creí que te gustaría un masaje para relajarte, te ves muy tenso.
—No lo estoy, solo me ha caído mal la comida.
—¿Te gustaría algo de tomar?
—No quiero nada más Diana, solo vete y déjame solo.
—Me quedaré por si necesitas algo.
—No.
—¿Qué tiene que quiera cuidarte?—sus manos recorren mi espalda sudada—Prometimos cuidarnos hasta que la muerte nos separe.
Me pongo de pies.
—Levante y sal, no hagas repetirlo, estaré enfermo pero no pendejo.
—No me tocas porque te pasas el día follandote a Vanessa, ¿No es así?—se pone histérica.
—¿Si te contesto eso me dejarás en paz?
—No lo niegues, Pitt.
—No lo haré. Si no eres ella no entrarás en mi cama, te lo dije esa noche y vuelvo y te lo repito, ya déjate de esto y recoge tú dignidad, esto es muy penoso hasta para ti Diana, no te quiero, no me gustas, no te deseo y no siento nada por ti. Acabemos con esto de una buena vez.
—Yo acabaré con ella.
—Ten cuidado con lo dices—llego hasta ella tomándola del tirante de la bata que lleva—No te metas con lo que me importa, lo mío nadie lo toca a no ser yo.
—Ella no es nada más que una oportunista, ¿Qué no lo ves? Seduce a Bean y se acuesta contigo, se aprovechará del que caiga más rápido.
—Entonces lo está haciendo conmigo.
—Tú no—niega evitando aceptarlo—Pitt, tú no sabes de lo que hablas, solo estás confundido.
—Me gusta, más que eso, es a quién realmente considero mi mujer, acéptalo y ya déjalo pasar.
—¡Tú mujer soy yo! —se me lanza encima—Yo, Diana Morfis, la mujer con la estás casado, la señora de esta casa y la que lleva este anillo.
