🗡️ Capítulo 4 🗡️

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Darnere

El choque de mi espada con la de Orlando, es lo único que se ha oído durante un buen rato. El patio de entrenamiento del castillo se encuentra ocupado solo por nosotros. Esquivo con cierta dificultad su espada. Es más fuerte, más rápido, pero por su bien no debe superarme. No pienso permitir que me desplacen de mi puesto, me aferraré con uñas y dientes.

Con un movimiento tiro, la espada de entrenamiento, apunto con la mía a su cuello mientras sonrío. He ganado mas él no planea rendirse, me lo dice el hacha que esconde tras la espalda. Lo más seguro sea que la tomó antes de que nos enfrascáramos en entrenar.

Me ataca con ella, retrocedo y evito el golpe.

—Orlando, te enseñé ese truco —saco una daga de mi muslo, uso mi velocidad mejorada para aparecer por detrás. Antes de darle tiempo a girarse, clavo con suavidad la daga en el cuello. Apenas corre un hilillo de sangre.

—Ha ganado de nuevo, señora —afirma sin inmutarse.

Una idea cruza mi mente, lamo ese pequeño hilo de sangre antes de que me enfrente cara a cara. Él se estremece un poco, disimula los nervios y se gira para darme la mano. Sonrío con coquetería en respuesta mientras la estrecho. No dirá nada de mi travesura, no será la primera vez que pruebo su sangre al entrenarlo.

Decido ir un paso más allá para abrazarle, disimulo el hecho de que le lamo el cuello y mis colmillos rozan esa atrayente vena. Doy un paso atrás, solo eso me puedo permitir pese a que anhelo mucho más. Orlando me mira fijo, a la vez se mantiene en guardia. Los oscuros ojos ocultan no solo nervios, sino también un poco de deseo contenido.

—Lo quieres tanto como yo, la forma en que me miras te delata —modulo mi voz para que suene sedosa, tal cual lo aprendí de mi madre. Orlando frunce el ceño, su mirada me atraviesa a la vez recorre mi cuerpo.

Una presencia conocida me hace acabar este pequeño juego, jamás deben encontrarme de esta forma tan comprometedora. Me alejo de mi alumno, él recupera la compostura y regresa a la tranquilidad habitual.

«Lo tienes hechizado, vampira, ¿acaso todos hemos de jugar tu juego?»

La voz del Dragón Negro resuena en mi cabeza, tal cosa me revela que se encuentra en el castillo. Cerca de mis aposentos me cruzo con él, el cual me examina con mirada burlona. ¿Te gusta lo que ves, Steinel?

—No comprendo a qué te refieres —respondo en voz alta, le dejo claro que escuché lo que me dijo de forma telepática.

Tras ello, paso por su lado para entrar a mi aposento. Quizás, el Dragón quiere jugar con fuego. Se supone que soy propiedad del Lord, no debería, aunque tampoco es que me importen mucho las reglas. Todo sea por conseguir un aliado y ascender.

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Dragón negro

Ha pasado un tiempo desde que mis alas surcaron el cielo o estuve en mi verdadera forma. He salido de la comodidad de mi mansión para visitar el castillo de ese Lord Oscuro, a quien en el pasado ofrecí mis servicios. A cambio, por supuesto, poseo las riquezas para comprar cuantas esclavas quiera devorar.

Recupero mi forma humana al aterrizar, me cubro de total oscuridad para evitar los encuentros con cazadores. No descarto el obtener comida gratuita si esta decide amenazar mi supervivencia. Para mi sorpresa —en todo caso decepción— nadie se halla a mi alrededor. Unos cuantos pasos más adelante accedo sin dificultad al castillo, tras ser visto por las quimeras de la puerta.

El Juego de la ConquistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora