Nota de autora: Hay doble capítulo, por si Wattpad te llevo a este primero 🤭.
El sabor trigal, algo fuerte, de la cerveza lo transporta en el tiempo. El olor dulzón, aquellos campos de trigo, la algarabía de una estancia; no son más que el eco de lo que fue y pudo ser. No vale la pena perderse en la nostalgia, aunque a veces no pueda evitarlo.
Por mera costumbre sus ojos hastiados recorren la oficina, una cuya madera cruje bajo su pies. El techo rechina, alertando de sus disímiles grietas. Por si fuera poco, la antigüedad y simpleza del mobiliario le asquea, en su humilde opinión esto es una burla hacia su persona. ¡Por el mismísimo Zeus! la silla en la cual descansan sus posaderas es la primera cosa aborrecible, no es capaz de relajarse sentado en ella. Como todo en este lugar, sus patas rectas y travesaños se hallan astillados, apenas si son capaces de soportar su peso.
Se deleita en la sensación refrescante de otro sorbo de la “Cabeza de lobo", la bendita cerveza de tonalidad negra que lo aleja de esta desgracia de sitio. Se ha de tener valor para nombrarle oficina, puesto que toda la edificación clama por una remodelación inmediata. Un suspiro escapa de sus labios tras acabarse la jarra, por desgracia el deplorable aspecto de lo que le rodea está grabado en sus retinas.
—Capitán —dos toques precisos a lo único decente del lugar (la puerta) le obligan a dejar de lamentarse —Pido permiso para entrar, necesito informarle de un nuevo problema.
El tono sereno de su soldado tiembla un poco tras la última palabra, diríase incluso que se ha marcado más su acento extranjero. Con esto en mente, da su permiso para que acceda pues tiene la sensación de que algo interesante traerá entre manos. Al menos, espera que Moros —el dios de la suerte —le sonría.
—¿De qué se trata está vez? —pregunta en cuanto el soldado se detiene ante la mesa, cruzando los brazos tras la espalda.
—Capitán, hubo un asesinato —anuncia este y sus esperanzas de algo emocionante son destrozadas.
—¿Un asesinato dices? ¿En dónde? —ya no es necesario ocultar la indiferencia, no cuando tal parece que la rutina le volverá a absorber.
El hombre ante él traga saliva.
—La taberna del campanario, aquella que se encuentra antes de arribar a los almacenes del puerto. Al sur.
De golpe, esa monotonía con la que convive se esfuma. Abandona con rapidez su puesto, descuelga la capa desgatada y sucia del asiento para colocarla sobre sus hombros. Sus manos realizan la tediosa labor de abrochar el broche de plata, mientras agradece en silencio a Moros por al fin tenerle en gracia.
Un asesinato tan cerca del mayor atractivo de Sarias no es común, apenas sucede algún que otro altercado entre ebrios. A veces, los rateros de la zona empobrecida se arman de valor pero son atrapados en el acto. Que el látigo muerda sus pieles tras el hurto es el precio a pagar por su inútil despliegue, seguido de la pérdida total de libertad.
—Vamos —abandona primero la estancia, con la seguridad de que el soldado irá tras sus pasos.
En efecto, este se sitúa a su lado.
—La criada ha notificado del hecho a uno de nuestros reclutas, la dueña le encomendó la misión de buscarnos —sin que se lo ordene, el soldado junto a él brinda toda la información. Menos mal que quien se encuentra a su lado no es un inepto, Moros también decidió sonreírle con su arribo.
—Comprendo ¿Alguien tiene alguna idea sobre su identidad?
—No, señor, nuestro recluta interrogó a los presentes y al parecer solo le conocen quienes le acompañaban.«Interesante, eso significa que nos hallamos ante el cadáver de un extranjero» piensa el Capitán, a la vez que saluda a los hombres que se cruzan en el camino.
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El Juego de la Conquista
FantasiaArmica e Iska son dos continentes a los cuales separa el mar. El primero es todo un territorio de hielo, frío y de tormentas de nieve. El segundo es un paraíso de bosques, montañas y hermosas playas. Lo que comienza con dos musas que han sufrido un...