🗡️ Capítulo 9 🗡️

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Holandés

Caigo desde lo alto de un acantilado, mi cuerpo es incapaz de reaccionar. Una mujer grita con desesperación un nombre que no soy capaz de reconocer. Todo sonido se pierde a la distancia cuando aterrizo en el agua. Las olas me azotan con furia, Océano, la personificación del toda el agua del mundo, parece congeniar con Tifón, dios de los huracanes, en la tormenta que tiene lugar. Respiro a duras penas, cabezeando cada vez que me hundo. Siento temor, a la vez las ansias de sangre me piden matar al primer ser viviente que tenga la inesperada suerte de cruzarse en mi camino.

El nombre de una mujer en mi mente aumenta esa ansía, casi soy capaz de pronunciarlo...

Abandono el sueño que un Oniro me mostró. Parecía otra de mis memorias; sueños que acostumbro a tener sin acabar de concretar su significado. Sueños que no puedo asegurar que sean reales puesto que solo las sensaciones quedan conmigo. No puedo siquiera visualizar rostro alguno y apenas recuerdo una que otra cosa.

El frío del metal en mi cuello me obliga abrir los ojos. El día apenas despunta puesto que todavía Nix, la diosa personificación de la noche, cubre el cielo. Le acompaña la encantadora Selene; una antigua y primordial diosa de la luna. Representante de la luna creciente.

-¿De dónde vienes lo común es despertar con hachas al cuello? Si es así, jamás pondré un pie en ese sitio -digo lo primero que se me ocurre y acto seguido bostezo. Eso no ha parecido gustarle a Euterpe, demostrando su enojo al afianzar más su hacha

-Solo despertamos de esta manera a los asesinos y sucios traidores como tú. La sangre se paga con sangre...
-Y la muerte con muerte - finaliza Melpómene, la otra mujer que se supone es mi ama". Trae su curiosa daga ensangrentada y la clava en mi pescuezo

Trato de no concentrarme en el escozor y entumecimiento de mi cuerpo. Hilillos de sangre corren de las heridas creadas por el hacha y la daga. Aunque en todo caso es mayor en mi pescuezo, pues Melpómene mueve la daga en círculos. Comienzo a pensar que le parece divertido crearme nuevas cicatrices.

No le tomo importancia a lo que sucede, me pierdo en el paisaje urbano que ofrece la ventana cercana. Casas de ladrillo con ornamentos de terracota y decoraciones de bronce, nos hallamos bastante cerca del puerto. Un corte rápido de la daga me obliga a recordar que estas mujeres pueden acabar con mi vida si lo desean, que mi hilo de vida puede ser cortado contra mi voluntad.

-De cosas peores me han culpado, en efecto puedo ser ambas cosas -respondo con indiferencia, Euterpe hunde más profundo su hacha en mi carne. Trago saliva con dificultad -¿Al menos me permitís saber a quién he matado? -pregunto serio, con tal de mostrar que comienzo a entender la situación

Las dos mujeres se miran y asienten en silencio. Mis ojos viajan a sus expresiones, tratando de averiguar quien ha muerto. Aunque sin pensarlo mucho, con solo ver su forma de actuar tengo una idea.

-Fue otro de esos vikingos ¿no? -digo para romper el silencio y la complicidad que se ha instalado entre ellas. Rompen todo contacto visual para mantener el ojo sobre mí mientras retiran sus armas

-El "vikingo" posee un nombre, es Frey recuérdalo -escupe con enojo Melpómene. Puedo imaginar que me despedaza solo con la mirada

Soy obligado a alzarme del lecho, seguro me llevarán a donde está el cadáver. Apenas me dejan lavar mi rostro antes de salir de la habitación.

Un grito desgarrador se escucha a pocos pasos del aposento a donde nos dirigimos. Corremos lo que quedaba hacia allí y contemplamos en todo su esplendor el cadáver de quien se supone he asesinado.


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Días después de La Masacre de Arenias, cercanías de la ciudad de Sarias

El Juego de la ConquistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora