Motas de polvo viajan a través del viento, acompañadas de cenizas. A él le cuesta respirar, tose de forma consecutiva antes de lograr abrir los ojos. ¿Por qué la situación se ha torcido tanto? Como cada día, custodiaba la gran Puerta Norte. Comprobaba a todo aquel que solicitara acceso a la única ciudad de la primera de las Islas Fomeres; Wentis.
Al deslizarse por su frente, la sangre se mezcla con el sudor. Aunque resulta todo un reto, él se levanta del suelo y sacude el polvo de la vieja armadura de metal. Si la necia reina sirena de las Islas Fomeres, no hubiera decidido exigir la independencia al Imperio de Ática, esta sería más duradera. ¿De qué sirve la libertad, si has de gobernar a un pueblo moribundo? El comercio con la isla Friqué, la más cercana que tienen, ha mermado. Según su hijo mayor, resulta cada vez más complicado cazar una buena cantidad de ranas del fango helado.
La herida en la pierna le impide moverse de manera ágil, le cuesta girar sobre sí mismo para evitar los escombros que caen de una de las torres de vigilancia. Ahora, la mayor parte de Wentis, no es más que terreno llano. Los edificios y parte de la entrada del barrio noble, se han desvanecido. No comprende qué causa tal destrucción, hasta que vislumbra a lo lejos varias siluetas de un mismo animal marino. Sabe que son alargados, de grandes aletas laterales y traseras. Por las brillantes plumas esparcidas por el cuerpo y las inmensas alas, le recuerda esos seres monstruosos. Hablan de ellos en una canción infantil, utilizada para advertir lo que sucede por mal comportamiento.
Entre la multitud que ha sobrevivido reina el caos. Algunos lloran por la pérdida de hijos, de madres y esposas, cuyos cuerpos son irreconocibles. Han sido aplastados por los escombros, que todavía continúan su caída. Los gritos, de aquellos que corren, son capaces de aturdir a cualquiera. Como él, hay soldados que se molestan en pedir cierto orden y salvar a otros.
—Por favor, llevaos a mi hija —las manos ensangrentadas de una mujer le rodean el brazo. Él traga saliva, la mitad del cuerpo de ella ha sido aplastado por un grupo de escombros —No dejéis que ellos…
Un monstruo de alas grises que, a primera vista, posee el bello rostro de un hombre, aterriza en la cima de los escombros. Muestra unos dientes filosos al sonreír, debido al hecho de que la mujer acaba de exhalar el último suspiro. Él retrocede, advierte de reojo que la hija de aquella mujer se oculta en un callejón. Se mueve con cautela hasta allí, mantiene una mano sobre la espada. Solo suspira de alivio, cuando le susurra a la pequeña que todo estará bien. Sabe que tal cosa es mentira, pero sus ojos ya se hallan teñidos de suficiente dolor.
Con la niña en brazos, mira de un lado a otro antes de abandonar el callejón. Corre entre la multitud hasta llegar al que una vez fue el puerto. Parte de la isla se cubre con el agua del mar, el cual se congela durante el invierno. No obstante, tal cosa no sucede en toda la isla y el agua al oeste del castillo, es una de las excepciones. Se aproxima a uno de los barcos, que todavía se encuentra en perfecto estado. Le pide a la niña que se oculte, para él buscar a su familia y algunos sobrevivientes. Con suerte, será solo una recurrente pesadilla que Iquelo les mostrará cada noche.
—Rezad por mi vuelta, pequeña, no tardaré…
Horrorizada, la niña grita con el suceso que se desarrolla. Él tarda unos instantes en darse cuenta, que la parte inferior del cuerpo le ha sido arrancada. Grita, las lágrimas corren por sus mejillas con libertad.
—El acto tan heroico que realizas ha llamado mi atención —las garras del monstruo son metálicas y las lame pese a los cortes que le causan la lengua —Ahora que has demostrado que tu bondad viene de la mano con la ineptitud, puedo matarte.
El último pensamiento que tiene, va para su familia. Su amada mujer, quien siempre le espera en casa con pan recién horneado, y sus hijos están condenados. El despejado cielo se nubla, a la lluvia le hacen compañía los truenos. Tal parece que Zeus, busca ofrecerles consuelo a los caídos de Wentis.
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El Juego de la Conquista
FantasiArmica e Iska son dos continentes a los cuales separa el mar. El primero es todo un territorio de hielo, frío y de tormentas de nieve. El segundo es un paraíso de bosques, montañas y hermosas playas. Lo que comienza con dos musas que han sufrido un...