Peroe, Caverna helada de la Hidra.
En las profundidades de Peroe una caverna helada y acuática, oculta a la vista de sus moradores, tiene presencia. Se convirtió en mi hogar, desde el instante en el que mis pies tocaron dichas tierras, donde me permito adoptar mi verdadera forma y torturar un poco a espías como el que está ante mí. Tengo la dicha de, además, jugar con los esclavos que me ofrecen en sacrificio. Es un gusto ver sus caras aterradas, con cada extremidad separada de sus cuerpos. La furia e impotencia que transmiten en sus expresiones no se comparará jamás a su pavor.
Sin embargo, el elfo oscuro que cargué desfallecido del Segundo Feudo superó con creces mis expectativas. Admiro lo entumecido que tiene el cuerpo de un tono negruzco, los ojos café que obliga a mantener abiertos pese a que el sopor que le provoca mi veneno obliga a cerrarlos.
—Dime ¿Cómo se siente el hecho de que tu miserable vida se escape de tu cuerpo con lentitud? —en mis manos hay una daga, aunque tengo todo un arsenal de armas para torturarle, decidí iniciar suave —Me pregunto si seres como tú son aceptados en Svartálfaheim.
El elfo oscuro no pronuncia ni una sola palabra, clavo la daga en una de sus piernas y la retuerzo a propósito. Este se estremece de dolor, trata de ocultar una mueca.
—Entonces, ¿A qué feudo sirves? ¿Quién te ordenó asesinar al Señor Feudal de Oniria?
Podría simplemente mirar sus orejas, los elfos oscuros ostentan aretes creados con magia por el Señor Feudal al que profesan lealtad. No obstante, es inteligente y sus orejas alargadas, pese a estar rasgadas, no los poseen. Excelente, no me la pondrá fácil.
El elfo tose, escupe una mezcla negruzca y sangrienta de su sistema. ¿Alguna magia que le protege contra mi veneno, trata de expulsarlo de su cuerpo? Este Señor Feudal debe de necesitarlo mucho.
—Nada saldrá de mis labios, ¡sería incapaz de traicionar a mi señor! —grita pese a lo lastimada que se oye su garganta y vuelve a toser.
—En efecto, una pena porque justo ahora comienza la verdadera tortura.
Mi sonrisa se agranda ante la expectativa de escuchar gritos, o por lo menos contemplar expresiones de dolor. Quiero agregarle a mi colección artística de cadáveres disecados que presumo con orgullo en mi cueva. El museo sangriento de Birka es una de las cosas que suelo extrañar; las agónicas expresiones de aquellos que nuestros más esmerados artistas transforman en espléndido arte. La sangre fresca que gotea con tortuosa lentitud para cierta vampira, admiro el trabajo tras la reconstrucción de esos cuerpos torturados en su mayoría por mí. Divago en mis pensamientos fugaces sobre Birka y la pequeña Darnere; la niña vampira a la que enseñé con gran esmero mi talento. Es la tortura, un arte metódico y preciso, que pruebas con seres vivientes que supongan un obstáculo.
Mi víctima tose repetidas veces, justo cuando he elegido mi próximo instrumento de tortura. Tomo otra daga de mi colección, creo un corte en mis manos para comprobar el filo y agregar la ponzoña de mi sangre al arma. El elfo oscuro levanta un poco la vista.
—Hagas lo que hagas, mis labios seguirán sellados —afirma convencido; sin embargo, al menos me regala un grito de dolor cuando la daga se incrusta en su otra pierna.
Maravilloso, el veneno hará efecto pronto, a ver cuánto resistirá hasta entonces. De cualquier forma, mis métodos son eficaces y todo, absolutamente todo es revelado.
🗡️🩸🗡️
Darnere
Ni una sola alma se halla a mi lado. Mis soldados se ocupan de sus propios asuntos, Orlando con seguridad afina sus habilidades para el combate y el Lord… No ha requerido de mis servicios y ello me preocupa, puesto que sé y no olvido mi falta. En contra de su voluntad abandoné sus aposentos, le debo un castigo y como por desgracia soy su esclava, él decide cuando es propicio pagarle.
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El Juego de la Conquista
FantasyArmica e Iska son dos continentes a los cuales separa el mar. El primero es todo un territorio de hielo, frío y de tormentas de nieve. El segundo es un paraíso de bosques, montañas y hermosas playas. Lo que comienza con dos musas que han sufrido un...