PD: Melpómene en multimedia, creado por Celine_ChR.
Holandés
Por el rabillo del ojo, noté el recelo de ese policía al que respondí con la clara intención de burlarme. Sé, que pondrá a uno de los suyos tras nuestros pasos y que la desconfianza se cierne sobre nosotros.
Al arribar al salón principal la dueña de la taberna nos recibe con una sonrisa, ello me suscita cierta sensación de familiaridad. ¿La conozco de alguna parte? ¿He visto esos perspicaces e insólitos ojos? Quizás, mis memorias perdidas sean la respuesta.
—Pronto Nix cubrirá el cielo, su manto ondeará sobre sus pálidos hombros, montada en su carro y acompañada de las estrellas. Sabremos entonces que diosa lunar nos deleitará la vista —lo que dice parece un comentario causal, mas el desprecio contenido ocupa un lugar en este.
Mi cabeza analiza la razón de ello, pierdo el interés tan rápido como lo adquirí. Es seguro pensar que la dueña no ve con buenos ojos a los dioses, no es ni de cerca una fiel creyente, no se presentará jamás a un templo, siquiera rinde tributo alguno. Ella, ella...
«Aquellos que descienden de Diomedes, sus hijos, dotados de una inteligencia y un poder singular. Indomables, valerosos cuya sabiduría rivaliza con los dioses» la voz de esa desconocida retorna, aunque esta vez su mano descansa en mi mejilla «Nunca haz de ponerte de su lado, todo lo contrario, los acogerás bajo tu protección»
Dicha advertencia, ¿por qué siento que no la acepté del todo? en algún punto de esa vida, que a veces me resulta ajena y distante, el hilo del destino de una persona cuyos iris...
Mi mente queda en blanco, no logro descifrar ese pequeño recuerdo pues las punzadas en mis sienes lo impiden. Un punto oscuro juega con el brillo que emiten mis pupilas. Reina una pregunta en el ambiente.
—¿Piensas lo mismo, Holandés?
Las miradas de la dueña, Euterpe y Melpómene se hallan puestas sobre mí. Me encojo de hombros, muestro la mejor de mis sonrisas; la más irónica de todas.
—Anoche, Selene iba en su carruaje tirado por bueyes y el rostro brillaba bajo la luz que emite una antorcha. Pienso que continúe bendiciendo a cada mortal con la sola visión de su símbolo —explica Melpómene y ladea un poco la cabeza. Noto la necesidad de saber qué me sucede en su mirada.
—Me importa poco, eso solo detendrá nuestros planes más próximos.
El enigma de trozos que es mi mente se mantendrá en el más absoluto misterio. En este momento, lo único que deseo es salir de aquí con estas mujeres; son mis llaves a la verdad.
—Su aliado tiene razón, han de abandonar la taberna, deben cortar el hilo que nos juntase y avanzar.
—¿Acaso? Tú... -Euterpe y yo preguntamos al mismo tiempo. La dueña niega con la cabeza.
—Salid por la puerta de atrás, los inmortales abrirán el camino.
¿Inmortales? he oído sobre ellos, son magníficas las leyendas que se les atribuyen. Cuentan los mercenarios más ancianos que son temibles en combate, que sus ojos vislumbran la verdad de cualquier individuo y además, en su tierra natal se han visto maravillas tales como buques de gran tonelaje. Estos se encuentran fuertemente blindados, artillados con una batería principal compuesta por cañones de gran calibre. Dominaran el mar en poco tiempo, al menos, eso especulan. Cual ramificaciones de veneno, la curiosidad trata de invadir mi alma pues me insta a salir cuanto antes de esta taberna y visitar esa mítica tierra. Anhelo admirar de cerca esos buques, estudiarlos para mi propio beneficio o adquirir alguno.
ESTÁS LEYENDO
El Juego de la Conquista
FantasyArmica e Iska son dos continentes a los cuales separa el mar. El primero es todo un territorio de hielo, frío y de tormentas de nieve. El segundo es un paraíso de bosques, montañas y hermosas playas. Lo que comienza con dos musas que han sufrido un...