Capitulo 13

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“Si tuviera la opción de elegir, hubiese preferido morir antes de pasar por tanta mierda”.                                          -Eva Muñoz.


Alessa.


Confiar en alguien en esta situación es realmente difícil. Pero ya no tengo fuerzas.
Cómo controlar al miedo y esta horrible sensación de agonía y sufrimiento, cómo continuar después de todo. Mis ganas de vivir se fueron a la mierda y allá se quedarán.

—Cálmate, solo voy a limpiarte y si no haces nada, ellos no te volverán a tocar— el chico se muestra agradable, pero no me convence

Pide a un hombre armado que me desencadenara para cumplir con su trabajo, el hombre se acerca a mí, liberándome. El chico me toma del brazo y cuando quise dar un paso mis piernas flaquean y caigo.

Mi intimidad duele demasiado, lágrimas inundan mis ojos, la sensación de suciedad y asco me invade.

El chico nota mi estado y sus brazos me rodean, cargándome como una bebé.

Su cercanía hace temblar mi cuerpo, mis ojos se cierran al instante pero los abro inmediatamente al ver en la oscuridad lo que sucedió hace poco.

Me vi siendo violada, golpeada y jodidamente vulnerable mientras ellos acababan conmigo.

Siento una ola de miedo.

Cierro mis ojos por un corto momento y ya me atormenta lo sucedido. Ahorita si estoy jodida.

—Me llamo Andrew, chica— habló él con delicadeza mientras llegamos a lo supuse que era baño.

No dije nada.

—Esperen afuera mientras la baño.— ordena el chico a los guardaespaldas.

—No puedo, joven, esta chica puede intentar hacer cualquier cosa contra usted— contesta él mientras se acomoda el arma.

—Ella no me hará nada porque yo no le haré nada, espere afuera, es una orden.

El hombre asintió, salió y medio cerró la puerta.

Mi cabeza me daba vueltas, no podía pensar con claridad, así que no mencioné ni una sola palabra.

—¿Puedes estar de pie?— dice el chico y clavo mi mirada en él.

Asentí.

Delicadamente me ayuda a dejar sus brazos y sostenerme en el frío suelo. Cuando ya está de pie todo mi cuerpo, el dolor se vuelve intenso pero trato de soportarlo.

—Tienes que quitarte la bata para poder entrar a la tina—Andrew que se supone que es su nombre, habla interrumpiendo el silencio que hay en el lugar.

¿Espera qué?.


—Estas loco si piensas que dejaré que me toques—  grito con mucha dificultad.

—No pienso hacer más nada que no sea quitarte la sangre de tu cuerpo, colabórame porque si no me dejas hacerlo a mi, el hombre que está afuera me reemplazará.

Joder, eso no podía ser cierto.
Quiero desaparecer, que me lleve el diablo ya que dios no me ha escuchado.

No tenía otra alternativa, debo hacer un esfuerzo más, un poco más.

—Deja que me quite la bata y entre a la bañera sola, el resto lo harás tú.

Asintió, dándome la espalda.

Respiré profundo, ahogando un jadeo de dolor. Mantengo mis pies firmes en el suelo para no caer, con cada leve movimiento mi cuerpo tiembla. Mientras con ayuda de mis manos me deshago de la bata, la dejo caer al suelo soltando gemidos de dolor.

Con lágrimas en los ojos muevo mis piernas en dirección a la tina pero antes de llegar pierdo el equilibrio y caigo.

Andrew corre enseguida a mí, me pide permiso para ayudarme a levantar y como de mi boca no sale respuesta, nuevamente me carga como una bebé, sentir sus fríos dedos en mi cuerpo causa una electricidad escalofriante.

Sollozo.

—Tranquila, no te haré daño— susurra en mi oído.

Se dirige hasta la tina y me sumerge en ella con mucha cuidado.

Con sus manos me echa agua en la cabeza mojando en el proceso mi cabello y cuello.

Estoy al tanto de todo sus movimientos, su mirada reflejaba ternura y comprensión o quizás lástima.

Trato de relajarme pero se me hace imposible con el simple hecho de saber que está tocándome aunque sea por medio de la esponja.

No puedo estar tranquila, necesito regresar a casa, ver a mi chiquito Smith y tratar de olvidar esta horrible pesadilla.


—Todo estará bien, eres demasiado fuerte para ser sincero— rompe el incómodo momento, queriendo entablar una conversación.

—No sabes nada de mí— emití de mala gana.

—Solo no hagas enojar a Mons, puede llegar hacer un ser siniestro y peligroso— advierte terminando de lavar mi cuerpo.

—No me da miedo, ni él y nadie de los que están en esta mierda.

—Deberías.— susurró.

Siento mi garganta arder.

—Listo, voy por tu ropa— agregó antes de salir del baño.

Pensé que lo malo nunca me alcanzaría, que la gente mala solo le hacía daño a las personas por algún motivo justificado, pero en mi vida hice algo que mereciera todo esto que estaba pasándome.

No lo merecía. Ni yo ni cualquier otra niña o mujer.

Ahora entiendo el miedo al que se someten todas aquellas niñas y mujeres, las cuales les han privado su libertad y las han usado como trapos de cocina.


La vulnerabilidad…

No sabía realmente el significado de aquella palabra hasta ahora.

Ser una persona vulnerable encierra una gran complejidad. Hace referencia a la posibilidad del daño, a la finitud y a la condición moral del ser humano.

Así me siento, vulnerable ante todo y todos. Débil ante cualquier situación o persona. Y esa debilidad, esa vulnerabilidad, me consumirá poco a poco.

—Vístete, te espero afuera en 5 minutos— Andrew vuelve aparecer en el baño, pero en su rostro ya no se encontraba esa ternura y suavidad al hablar. Ahora las expresiones en su cara son más dura y frías.

—¿Para dónde iremos?— cuestioné con nerviosismo.

—Tú no haces preguntas, tú solo obedeces— me tiró otra bata de hospital pero mucho mejor a la anterior— cállate y has todo lo que te pidan. No seas ruidosa, si es que quieres vivir.

Me tragué las lágrimas.

—Que te jodan.— insulté y con enojo salgo de la tina, recogiendo bruscamente la bata.

Mi cuerpo está un poco más relajado, los dolores han disminuido un poco, aunque es difícil caminar normalmente.

Me seco el cuerpo y sin más me coloco la bata.

Salgo caminando lento y aguantando el poco dolor que quedaba en mi cuerpo.

—Llévensela— ordenó Andrew a él guardaespaldas armado.

—No… No… No…—otra vez no, por favor.

—Fue un placer, querida, Aless. Esto apenas empieza, disfruta.— mi corazón empieza a saltar de inmediato al escuchar esas palabras.

—Jódete, maldito hijo de puta.— grité con todas mis fuerzas y él rueda los ojos.

El hombre me toma del brazo arrastrándome, luego se detuvo y me sostuvo con sus grandes brazos.

Comienzo a gritar como loca con los mocos afuera de la nariz, pero ya.

Me resigné, no peleé más.

—Aquí está, Mons. — habló y me tira al suelo haciéndome golpear con el suelo.

—Bienvenida, querida dama.


Esa voz…

No soportaba su voz, me hacía temblar del miedo con solo hablar. Su rostro siniestro que le da un toque más peligroso.

Aclaré mi garganta y con miedo levanto mi cabeza, y con certeza puedo decir que al ver mi alrededor.

Mi mundo se detuvo.

¿Qué mierda es este lugar?, ¿dónde estoy?, ¿qué demonios ha pasado?, ¿estoy soñando o lo estoy viviendo?, ¿es solo una broma?, ¿En qué momento mi mundo se destruyó?, solo bastó un minuto para ella.

Mi mente se niega a responder. El silencio llena la habitación, demasiado silencio que se niega a ser turbado.

¿Qué clase de lugar es este?.

Mi mundo aparece de repente, un dolor de cabeza persiste, como un fuerte martilleo que se niega a abandonar mi sien. Luego, de súbito, el miedo es reemplazado por la ira, que me hierve en las venas.

Mi propia furia parece acabar con el aire que me rodea.

¿Qué pasa si de repente me vuelvo loca y me pongo a gritar?, me asusta porque siento que eso es exactamente lo que estoy a punto de hacer, en cualquier momento.

Sin embargo, tengo un deseo profundo y oscuro de caer de rodillas y llorar.

Es como si supiera que nunca me recuperaré.

Siento que trato desesperadamente de aferrarme a la persona que alguna vez fuí, agarrándose con ambas manos mientras se aleja del mundo real.

Mi vida ha terminado… O quizás acaba de empezar.



EliGonzlez18.


¿Ellos, él o yo? © [Darkness 0.1] En PausaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora