Capitulo 30

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Matthew.

El fuerte frenón que da la camioneta me impulsa hacia adelante, es lo que me hace abrir los ojos nuevamente. Tallo mis ojos y veo a los hombres quienes están bajando de la camioneta. Veo el entorno preocupado... no tengo idea de dónde estoy.

Bajo la vista a mis manos y trato de zafarme de las esposas, pero me es imposible. Uno de ellos me baja, llevándome como un niño pequeño por la banqueta húmeda. Subimos las escaleras y veo que introduce una llave en una puerta que empuja. Es un lugar definitivamente raro. Es difícil de adivinar.

El hombre me tira sin compasión y mi cuerpo impacta el suelo frío y sucio.

Jadeo de dolor.

—Dulce hogar— dice secamente sin verme. —Y Matthew... sé quién eres realmente, pero solo por esta vez contrólate. —Finalmente su mirada cruza con la mía. — Si quieres seguir viendo a Alessa.

Veo su expresión que es totalmente diferente. Se acerca a mí y me quita las esposas en el mismo silencio crudo, evitando mi mirada y alejándose después. Se sienta en la pequeña mesa, frotando el puente de su nariz.

Me alejo con cuidado y entro al pequeño baño, despojándome de mi ropa.

Una vez desnudo, me observo al espejo y me acerco a el. Recorro con la yema de mis dedos mis heridas, que aún duelen. Me observo unos momentos más y suspiro bajo, alejándome de nuevo para prender la llave.

El agua sale tibia, pero es más que suficiente para mí. Me quito la mugre del cuerpo, me froto con fuerza toda mi piel y me mantengo largos minutos debajo del chorro de agua. Cierro mis ojos y suspiro con cuidado, cerrando la llave una vez que me siento listo.

Mi cabeza duele con exageración y el dolor en mi cuerpo aumenta. No tengo idea de dónde estoy, ni mucho menos dónde tienen a Alessa y siento que no podré aguantar más.

Los recuerdos invaden mi mente, y el rostro de Alessa también. La cólera me llena y necesito golpear a ese maldito marrano que fue capaz de tocar a mi chica.

Todo lo que pasó en tan solo unos minutos y lo peor no fui capaz de defender a mi Aless.

—¡Muévete y camina! —Ordena el hombre con voz fría.

Hice caso omiso con la mirada en alto, viéndolo con cólera. El hombre me vendó los ojos y me llevo arrastras a lo que supongo que es un cuarto.

Me sentó a la fuerza en una silla, me puso las esposas nuevamente y me quitó la venda.

Mis ojos recorrieron el lugar y sentí mi corazón salir de mi pecho cuando veo Alessa por medio de un cristal o ventana, no lo sé, ella está acostada en una camilla, con una bata que no cubre muy bien su cuerpo. Ella está dormida aún.

Contuve mis lágrimas, es inevitable dejar de verla, se ve inofensiva.

Vulnerable. Y jodidamente hermosa.

Alguien entra a la habitación y doy un salto. El siguiente hombre es alto, delgado pero en forma, su color de piel es claro, con cicatrices en su cuerpo y una cicatriz peculiar en su barba. Su cabello es castaño y perfectamente cortado. Siento que lo he visto en algún lugar, pero mi cabeza no procesa rápido.

El hombre me da una mirada y sus ojos grises brillan.

Es él. Recuerda. ¿Recuerdo, qué?. A ese imbécil que está con tu chica.

Es él.

Él hombre que me mandó a secuestrar el mismo día que Alessa estaba desaparecida. ¿Coincidencia?.

¿Ellos, él o yo? © [Darkness 0.1] En PausaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora