Capítulo 36

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Alessa.

¿Ésta muerta?...

—¡¡No, tu no, maldita sea!!—, grita Matthew abrazando a su mamá.

Mí cuerpo queda inmóvil, mí cabeza da vueltas, todo es tan confuso.

Mí mente solo se pregunta: “¿Qué mierda pasó?”.

—Mamá, abre los ojos—, dice limpiándole la sangre que brota por su frente—, joder, lo voy a matar, mamá, lo prometo.

Mí corazón late desenfrenadamente, ella acaba de morir… La mataron.

—Por favor, despierta—, dice Matthew destrozado—, Mamá, te lo suplico no me dejes…

Calientes lágrimas brotaron por mis mejillas y  mí cabeza palpitaba.

Di unos pasos hacía Matthew, el alzó su cabeza para verme y explotó aún más en llanto.

—Amor…—, susurré.

—Me la mataron, Alessa, me la mataron, ¿dime qué hago ahora?—, su voz suena demacrada.

La señora tenía la cara hinchada, la perforación de una bala en su pecho, tenía cortes en sus pechos. Su rostro tenía moretones y un golpe muy fuerte en su cabeza.

Matthew está empapado de sangre y sudor, me agaché para tocarle la espalda.

—Fueron ellos…—, murmuró con impotencia.

Mi corazón dio un salto al escuchar aquello.

Matthew emanaba odio puro, ese odio que perfora tu corazón, mente y alma, el que enceguece todo de ti, para un solo objetivo, querer venganza.

En el rostro de Matt había desaparecido su buena vibra y en sus ojos el brillo se había apagado dejándolo con una mirada vacía.

La ira, el miedo, la histeria, la culpa le recorrían las venas y las lagrimas eran signo de ello.

—No lo entiendo…—, dije, pero fui interrumpida por el sonido de las sirenas policiales y de ambulancia.

Matthew no dejaba de sollozar y yo no sabia como reaccionar.

Mí cabeza no alcanzó a procesar todo lo que ocurrido, cuando Matt levanta su cabeza en dirección a los policías que empiezan a retirar a las personas qué observaban la escena.

—¡¡No se la van a llevar!!—, gritó con desesperación—, Ella no está muerta.

Mi corazón se oprimió al instante.

Matt abrazaba a su mamá pidiéndole que se levantara, susurraba lo fuerte que siempre había sido. Al ver aquello mis lágrimas cayeron una tras otra y mi respiración se agitaba.

—Por favor, mamá—, murmuro al cuerpo sin vida— dijiste que nadie podría separarte de mí, incluso ni mi papá con todo su poder —, besa su frente y sus lágrimas caen.

Un oficial se acercó y dijo: —Hay que hacer levantamiento de cadáver, ¿me permite, joven?—, dice amablemente.

—No lárguense—, responde Matthew.

Me levanto y le digo al oficial que le dé unos minutos más, a regañadientes aceptó.

—Amor…—, hablé.

Matt  me miró y dijo: —Ahora no, vete tú también.

Sus palabras apuñalaron mi corazón pero traté de ignorar aquel pulsado.

—Se nos fue—,  mi voz tembló pero tenía que hablarle fuerte—, tu mamá está muerta, Matthew, por más que queramos lo contrario, hay que aceptar la realidad.

¿Ellos, él o yo? © [Darkness 0.1] En PausaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora