Capitulo 11

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Cuenta regresiva.

Alessa.

¿Has tenido la sensación de que todo el mundo se cierra ante ti y que al final te arrastra hacia la oscuridad?, ¿has sentido que perdías tu alma y todo de ti, en solo un momento?, ¿has deseado salir corriendo de una situación en la que no querías estar porque tenías miedo?, ¿has tenido la sensación de que unas fuertes olas te arrastran hacia las profundidades del abismo, donde ya ni siquiera te esfuerzas por luchar porque no te quedan fuerzas?.

Entonces, solo te dejas llevar. El pecho se te hincha tanto que parece que los pulmones se van a reventar, dejando salir toda la bondad que queda en tu interior y, aunque te duele, sigues aguantando la respiración porque es lo que harían las personas fuertes. Pero sabes que no puedes serlo porque no está en tu naturaleza.

Todo Sucedió demasiado rápido, me siento perdida, no se donde me encuentro, mi cuerpo está paralizado, siento mucho dolor.
Mis ojos pesan y quiero defenderme de ellos pero mi cuerpo no reacciona.

»No me toques, por favor« suplico en mi cabeza porque las palabras no salen de mi boca.

No sé que lugar es este o como he llegado, lo único que quiero es que el hombre encima de mí deje de besuquearme toda la cara.

Ya estoy consiente de todo, ya el desmayo se ha desvanecido, ya mi cuerpo siente el dolor.
Son cuatro hombres y yo la única del sexo opuesto. Veo todo como una película, como si no fuera u nona realidad.

Estoy en el suelo frío sin ropa, ¿mi uniforme?, »no pienses en eso«, sé lo que quieren y ya empezaron.

El hombre encima de mí, sin pantalones, saca su miembro duro y me lo muestra jugando con el. Los demás solo observan masturbándose sin alguna expresión.

Aquel hombre tiene más o menos 30 años, delgado pero en forma, su cara no es nada atractiva, lleva barba y sus ojos son color gris oscuro.

Me abre de piernas bruscamente pasando su pene por mi vagina y con un dedo me toca con rapidez.

No me defiendo.

No digo ni una palabra.

Solo tengo mi mirada fija en su asqueroso rostro, mientras lágrimas salen.

Y entonces lo siento. Entra en mí fuerte, sentía que me partía en dos. Mi interior duele de manera intensa. El dolor es segador. Es tan intenso que apenas puedo soportarlo. Entra y sale de mi interior sin contemplación.

Se detiene, se acomoda, y con una mano me toma del cuello ahorcándome, mientras me penetra fuerte, reprimo un jadeo y su palma conecta con mi mejilla izquierda en un golpe que apenas soy capaz de registrar, casi puedo jurar que va arrancarme el cuello.

El dolor estalla en forma de quemazón y reprimo otro jadeo adolorido.
El impacto es tan fuerte que mi cabeza se golpea en el suelo con brusquedad.
Apenas tengo oportunidad de orientarme un poco, mi cuerpo tiembla, lágrimas cargadas de impotencia y odio brotan de mis ojos.

-Vamos, florecita, ¿te gusta?.-escupe y gimo de dolor.

De pronto, el dolor nace en mi estómago y me invade el cuerpo. Es insoportable. No puedo moverme. No puedo respirar. No puedo hacer nada que no sea mirar con odio.

Un montón de puntos oscuros aparecen en mi campo de visión y sé que estoy apunto de desmayarme.

»¡Te está haciendo daño!«. Una voz dentro de mi cabeza grita. »¡Has algo, te hace daño!«.

-¡Detente!- grito y sollozo-¡Detente, por favor!... ¡Me lastimas!.

Jadeo una y otra vez en un intento desesperado de recuperar el aliento, pero apenas puedo retener el aire en mis pulmones.

¿Ellos, él o yo? © [Darkness 0.1] En PausaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora