Capitulo 7

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Alessa.


En el momento que Matt me soltó y empezó a alejarse de mí, mi corazón empezó a saltar desenfrenadamente no debía dejarme sola, no aquí en medio de la noche y con policías inservibles.

—¡¡NO ME DEJES, MATT!!— grité pero el solo me miró, pensó y me tiró un beso.

No sé si eso fue una despedida pero tenía miedo de no volverlo a ver.

Me encontraba en shock desde esa primera piedra que cayó a pocos sentimenteros de mí, esa que inició todo está tragedia, ver a todos enfrentándose con personas desconocidas, con estudiantes, por una estúpida razón.

Ver cómo Owen casi mata a ese chico me dejó traumada, sentí unas ganas inmensas de desaparecer, no sabía que hacer, mi cuerpo no reaccionaba, lo único que hacia era temblar del miedo.

Le dije muchas veces a Matt que me sacara de ese lugar pero para él era imposible. Así que lo único que hizo fue ponerme a salvó con Marcella, acto que agradecí tanto. Luego ocurrió lo de Owen, sabía quién era él por lo que me comentaba Matt, pero no imaginé llegar a presenciar algo tan traumante.

Y cuando por fin me estaba tranquilizando los ineptos esos se pierden. Y es que ver desaparecer a Matt en la oscuridad me causó un ataque de asma, sentía que me faltaba el aire.

Trataba de mantenerme calmada pero fue imposible, todo el aire se fue y me sentí ahogada, alguien me sostuvo y al moverme el mareo inundó mi vista, haciendo que lo único que podía ver era el cielo oscuro y la imagen de Matt alejándose de mí.

Dejé de escuchar lo que Marcella y los demás me decían para recordar lo que dijo el policía.

—Los otros estudiantes están armados. —Necesito aire. Necesito aire. Necesito respirar. Necesito respirar.

Y todo se vuelve oscuridad.


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El olor a alcohol inunda mis fosas nasales, mis pupilas duelen, no sé dónde estoy, que me pasó, no sé nada.

—Por favor no me abandones ahora, amiga— escucho la voz de Marcella y sus lágrimas caen en mi rostro.

—¿Qué pasó?— pregunto.

—Gracias al chocolate, que estás bien, joder— me tomó la cara y llenó de besos— me vuelves asustar así y te parto el graneo.

Y de repente recuerdo todo, el partido de fútbol, el puñetazo de Carlhos, Martínez y su equipo, las piedras, lo que hizo Owen, la desaparición de los chicos, los policías inservibles, Carlhos y Matt yendo tras la calle oscura.

Y el terror se apodera nuevamente de mi cuerpo.

—¡¡MAT!!.

—Ellos ya vienen, Aless, cálmate por favor.— me dijo Marcella— Ya se comunicaron y nos avisaron que estaban bien, Matt ya debe estar llegando, apenas le dijimos que estabas mal, se volvió como un loco y…—su mirada se desvío— ahí lo tienes.

Seguí su mirada y lo vi, Matt se estaba acercando. Sabía que algo no estaba bien, su ropa estaba rasgada, tenía sangre en su estómago y su cara…

No sé con que fuerzas me levanté y corrí hacia él.

Mis músculos estaban dormidos y mi cuerpo aguado pero me sostuve en él.
Me envolvió en un cálido abrazo.

—Perdón, amor— me susurró al oído.

—No me dejes sola nunca más— le dije con lágrimas en mis ojos.

Me tomó la cara con sus manos, me dio un beso en la frente, mis favoritos. Y dijo:

—No te dejé sola, amor— su cara tenía una pisca de diversión.

—Claro que sí, esos policías son unos inservibles— solté una carcajada.

—Me vuelves loco, ángel— y estampó su boca contra la mía.

Un beso sincero y lleno de amor, después de un trágico suceso es una sensación increíble. Sentirte protegida con solo un beso o un abrazo, es lo que todas merecemos.

Desde que comenzó todo Matt siempre me protegió, me buscó un lugar seguro donde las piedras no me pudieran alcanzar y a pesar de su abandono al final, me di cuenta que siempre velo por mi seguridad.

Me dejó con los inservibles policías, pero nunca me dejó sola.

—Bueno tortolitos, ¿no hay abrazo para nosotros?— nos interrumpió Carlhos con Marcella.

Les extendimos los brazos y nos envolvimos en un abrazo amistoso real.

—Chicos ya vienen para acá dos autobuses, divídanse que nos vamos. Ya todo acabó.— dijo la profesora, quién no ha hecho más nada que llorar.

10 minutos después aparecieron los autobuses y nos embarcamos.

La pesadilla terminó, ya ese  había acabado, creí iba haber muertos, hay muchos heridos pero gracias al de arriba, no pasó a mayores.

Por primera vez en la vida el autobús estaba en silencio, todos estaban charlando y abrazándose. Jamás imaginé eso, esos insensibles están abrazándose, bueno por lo menos algo bueno salió de todo esto.

—Y aunque desaparezca entre la noche oscura, siempre volvería por ti— sus palabras causaron que mis lágrimas salieran y mi labio inferior temblara.

No sabía que responderle así que lo besé, le di un beso como respuesta.

Llegué a mi casa faltando 5 para las 9 de la noche, tenía que prepararme para el regaño del año.

—¿Qué son estas horas de llegar, señorita?— la voz de mi madre me hizo dar un pequeño brinco de sorpresa.

—Mamá, ahora no. Pasó algo muy malo hoy por ese estúpido partido.

—No me vengas con excusas.

—Bien, entonces, espera a que te lo explique el colegio.— dicho eso me dirigí a mi cuarto y me encerré.



EliGonzlez18.







¿Ellos, él o yo? © [Darkness 0.1] En PausaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora