Capítulo 3: Amanecer.

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La luz de un nuevo amanecer le trajo a Leticia la conciencia de que su vida había cambiado para siempre. Por las ventanas del taxi podía ver la ciudad despertar recordándole que la vida seguía sin importarle que había vivido ella la noche anterior. Lety intentaba enfocarse en el hecho que había escapado y estaba de camino a su casa, ignorando el horroroso dolor de cabeza que amenazaba con derrumbarla del todo; pero ella no era una mujer fácil de vencer. Leticia Mendiola había pasado por mucho en la vida para llegar hasta ese punto y un desquiciado como Aldo Domenzain no iba a terminar con ella fácilmente.

Claro, ese hecho no hacía de lo que venía nada fácil. Seguramente Fernando estaba montado en pantera pensando lo peor. Y estaría en todo su derecho. En su posición ella estaría peor.

A pocas cuadras de su casa, Lety le pidió al taxista que se detuviera porque quería caminar un poco con la esperanza de que el aire de la mañana la despertara del todo. Salir de aquel lugar le había tomado mucho tiempo, pero de todas formas necesitaba despejar su mente antes de enfrentarse a su familia. Sus hijos seguramente tendrían muchos reclamos al igual que su esposo. Leticia Mendiola nunca, pero nunca, había pasado una noche lejos de su casa, o fuera de su cama matrimonial. Tal vez Fernando se había ausentado una que otra vez por viajes de trabajo y cosas así, pero ella, jamás. Este era el primer día desde que Andrea había nacido que no sería ella quien le preparara el desayuno a su familia para que empezaran el día como tanto les encantaba: juntos.

Al caminar, su enfoque era uno solo; qué le diría a Fernando. ¿La verdad? ¿Sería capaz de entenderla y perdonarla? Claro que no. Ella era una mujer casada que había pasado la noche fuera de su casa después de meterse al carro de un hombre que jamás había querido algo bueno con ella.

¿Una mentira? Por supuesto que no. Fernando no merecía eso.

¿Estaría enojado? Estaría en todo su derecho. Pero Lety recordaba haberlo visto antes de que la oscuridad la envolviera por completo. ¿Por qué no la alcanzó? ¿Por qué no la detuvo? El debería saber que ese comportamiento no era normal en ella.

¿Estaría preocupado? Seguramente la llamó muchas veces. Pero Aldo había roto su celular cuando se dio cuenta que lo estaba grabando.

Lety no tuvo tiempo de pensar en más porque al dar la vuelta a la esquina, vio a Fernando en el jardín con Astro, el perro Labrador que le habían reglado a sus hijos la navidad anterior. El perro, al reconocer a su dueña en la distancia, sacó carrera hacia ella, y Fernando detrás de él completamente aliviado.

"¡Lety! ¡Mi Lety! ¡Gracias a Dios!" Fernando la abrazó efusivamente y cuando ella se abrazó a él no podía parar de llorar.

"Mi amor, ¿estás bien? ¿Dónde te habías metido? ¿Por qué no me llamaste? Perdóname mi Lety soy un estúpido, perdóname."

"Si Fernando. Estoy bien." Fue todo lo que ella pudo decir entre sollozos.

"¿Qué pasó anoche? ¿Por qué te fuiste con él? ¿Te hizo algo?" Fernando la tenía abrazada fuertemente a su pecho a medio jardín mientras Astro corría en círculos de felicidad alrededor de ambos.

"Fernando..." Leticia tragó profundo al separarse de él. ¿Cómo le podría explicar que había traicionado su confianza? ¿Qué, segada por la supervivencia, en un solo momento echó a la basura tantos años de matrimonio, amor, y confianza? "Yo... Eh..."

"Tranquila mi amor. Ya estás en casa." Fernando la abrazó nuevamente sintiéndose una basura. ¿Como pudo dejarla sola? Malditos celos. "Eso es lo más importante. Lo demás puede esperar. Ven, vamos adentro. Date un baño mientras yo te preparo un café."

"Si. Creo que es lo mejor." Leticia no sabía para que quería alargar lo inevitable, pero un poco más de tiempo le ayudaría a controlar sus emociones y escoger sus palabras con cuidado. "¿Dónde están los niños?"

"En el colegio. No te preocupes. No se enteraron de nada."

"Gracias. Ya bajo." Lety no sabía porque le había dado las gracias ni porque él le pedía perdón. '¿Qué hice?' se reclamó ella misma al espejo. Tal vez el agua caliente aclararía sus pensamientos y borraría la huella traumatizante de la noche anterior. 'Fernando me va a odiar, pero merece la verdad.' Lo único que la mantenía en pie en estos momentos era la necesidad de regresar a la normalidad lo antes posible.

Mientras se bañaba, los pensamientos de Lety no se detenían. Sus hijos dominaban la mayoría de ellos. ¿Qué le diría a esas personitas? Porque merecían una explicación por su ausencia tanto como su esposo. Fernando... oh Dios, Fernando. Conceptos. Su madre. Sus suegros... Hasta ese momento, Lety no se había dado cuenta realmente cuánta gente amaba, y cuánta gente se vería afectada por sus actos...

Leticia tallaba su piel con coraje, desesperada por su situación. Una vez más, Lety se encontró en una posición donde un hombre quería algo de ella y estaba dispuesto a hacer lo que fuera con tal de conseguirlo. Claro, no se trataba de unos cuantos pesos, o de una empresa multimillonaria, pero se trataba de algo mucho mas propio; su cuerpo. A diferencia de otras veces en su vida, Lety no amaba al hombre que buscaba hacerle daño, lo que le dio la claridad de verlo por quien era y la sabiduría para manipularlo a su antojo. Leticia logro salir de aquella habitación de hotel sana y salva, pero, aun así, sabía que su dignidad no se recuperaría fácilmente de este golpe. De la noche anterior había quedado evidencia, y Lety tenia el presentimiento que no tardaría en salir a la luz. El vapor que la envolvía le decía que el agua que la recorría estaba muy caliente, pero Lety no podía sentir nada más que el frío que se instaló en su pecho cuando salió de aquel salón y se encontró cara a cara con el pasado.

Y Llegaste Tú: Segundas OportunidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora