Sebastián Mendiola - One Shot

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En la sala de mi casa, mi papá se paseaba de lado a lado esperando que mi hermana y su novio, o más bien a estas horas, su prometido, llegaran a casa. Hacía más de tres horas que Alejandro, Santiago y yo, habíamos regresado de la empresa después de ayudar a Daniel a preparar la sorpresa para Andrea.

A pesar de que Alex y Santiago no comprendían su necesidad o deseo de casarse a una edad tan temprana, yo estaba feliz por mi hermana. Daniel la conocía tan bien que escogió el lugar y el momento perfecto. Andrea tenía dos prioridades en esta vida; su familia y Conceptos. Daniel escogió la forma perfecta de pedirle matrimonio al hacerlo en la azotea de la empresa que nos vio crecer a todos, con la ayuda y la bendición de toda su familia. Alex y Santiago podrían decir lo que quisieran, pero yo los entendía y estaba orgulloso y feliz por los dos.

Santiago y Alex están en el sofá jugando PlayStation mientras yo estoy tirado en el piso jugando con mi sobrinita Emma. Mi mamá dice que me paso de terco con la niña porque me urge que camine, pero la realidad es que quiero que me regale algo especial. A Daniel le regaló su primera sonrisa, a Andrea su primera palabra, a papá su primer gateo... yo también quiero ser especial. Emma Fernanda nació en un momento de mi vida donde me sentía perdido, y si no hubiese sido por ella, salir de aquel hoyo donde me metí hubiese sido imposible.

"Sebastián, dale vamos a comer a la calle. Es obvio que Andrea y mi hermano se enfiestaron y no es justo que pasemos hambre por esperarlos." Alex me seguía insistiendo después de que le dije que no a Santiago dos veces. "Ya después de comer nos vamos por ahí a bailar o al cine."

"No quiero Alex. Váyanse ustedes. Llévense a mis papás. Mira que mi papá está a punto de reventar una vena si esos dos no aparecen pronto." Mi papá volteó a verme, pero en su mirada había una sonrisa al escucharme bromear de nuevo. Eran muchas cosas las que habían cambiado en mi vida gracias a la jugada que me hizo Karla, pero poco a poco estaba encontrando el camino de regreso a la vida. "Yo me quedo aquí tranquilo con Emma. Verdad que sí mi niña, te quieres quedar con tu tío Seb." Emma me miró con esos preciosos ojos color chocolate que derretían a cualquiera mientras escalaba sobre mi pecho. Los ojos de mi mamá son la más preciosa característica que todos compartimos.

"Sebastián, tú no puedes seguir hundido en esta depresión." Me reclamó mi hermano desde el sofá más grande.

"Yo no estoy hundido en ninguna depresión Santiago, deja de decir estupideces. Simplemente, no me interesa llevar la misma vida que a ustedes dos. ¿Es eso tan difícil de entender?"

"Si. Mucho. Hasta Andrea, quien se convirtió en madre soltera en plena adolescencia, tiene una vida más divertida que la tuya."

"Andrea tenía diecinueve años cuando nació Emma, no era tan adolescente. Y esta noche cuando llegue, o tal vez mañana, nos contará que está a punto de casarse. ¿Qué tiene de anormal que yo prefiera una vida similar, a estar saliendo de fiesta todas las noches?"

"Bro, tienes diecinueve años. Deja el drama. Tú no te ibas a casar con Karla." Alex me aventó un cojín que esquivé con un puño para que no golpeara a Emma.

"¿Tú qué sabes Carbajal? ¿Tú qué sabes?" Lentamente abracé a Emma a mi pecho para pararme del piso y sentarme entre los dos Lelos y hacerlos perder su adorado juego cuando mi santa madre llegó al rescate.

"¿Se quieren calmar?" Dijo mamá desde las escaleras. "Este es el tema de nunca acabar con ustedes tres. Los cinco son muy maduros para sus edades y cada uno tiene derecho de escoger la vida que quiere vivir. Ya. Se acabó el tema. Dany y Andrea están por llegar."

Con una sonrisa miré a los Lelos quienes voltearon los ojos, mientras mamá se acercó a mi para cargar a Emma. "¿Te llamaron? Porque si estas asumiendo..."

Y Llegaste Tú: Segundas OportunidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora